Los pasaportes de inmunidad son una forma de registrar que se considera que un individuo tiene inmunidad a la COVID-19 y se presume que es improbable que contraiga o propague la enfermedad. Pueden ser un certificado, una pulsera, una aplicación para móviles u otro documento. pero, como hemos podido comprobar hoy, en principio, su utilización genera muchas dudas desde un punto de vista científico y ético. La ciencia desconfía de ellos porque aún no está claro que haber pasado la enfermedad haga que, efectivamente, se consiga la inmunidad, ni por cuánto tiempo. De hecho, hay algunas reinfecciones, aunque parece ser un fenómeno muy poco habitual. Los problemas científicos, con todo, irán desapareciendo conforme se obtengan más datos.
El profesor Ikerbasque Iñigo de Miguel Beriain, investigador del grupo Cátedra de Derecho y Genoma Humano de la UPV/EHU, defiende la utilidad de los pasaportes de inmunidad si se emplean para preservar los derechos de las personas inmunizadas. Advierte, asimismo, de que la distribución de las vacunas creará problemas similares relacionados con las licencias basadas en la inmunidad.