Desde que hace 60 años comenzaran las primeras actividades espaciales, el ser humano ha aprendido mucho del universo. Hemos llegado a la Luna, miles de satélites nos anticipan cada día eventos meteorológicos o nos suministran internet desde cientos de km de altura y, dentro de muy poco, llegaremos por primera vez a Marte, el ansiado planeta rojo. Hablamos de una impronta que, desde el punto de vista del aprendizaje y la experiencia sobre el espacio que nos rodea es francamente incuantificable pero que también, como vamos a descubrir, ha dejado a nuestro alrededor, una huella que sí se puede cuantificar, y que además por su volumen, preocupa a los astrofísicos cada vez más porque, al ritmo actual de unos cien lanzamientos al año y con una frecuencia de cuatro a cinco desintegraciones de media al año, el número de desechos en el espacio seguirá aumentando de manera constante. Para evitarlo, hay un proyecto de la Agencia Espacial Europea del que hemos podido charlar con Irene Huertas, Ingeniera de la Agencia Espacial Europea.