Todo evento de cierta magnitud provoca varias narrativas de un lado y otro. Cada bando trata de imponer su «visión» aunque hay cuestiones tan claras que no se pueden debatir. Son las verdades del derbi, al menos, las mías.
El silencio de Anoeta
La famosa grada txuri urdin, esa que nunca deja de animar, enmudeció con el bacalao de Muniain. No se puede juzgar a una afición por el lanzamiento de unas botellas por parte de unos pocos. Tontos hay en todas partes, pero deberían mirarse la animadversión hacia al Athletic. Esa que obliga a pedir por megafonía que cesaran los lanzamientos al césped. Parecía el tiro al rojiblanco. Me recordó, en algún momento y salvando las distancias, a los años post Joseba Etxeberria. Afortunadamente todo quedó ahí. Con la tecnología de hoy en día, la Real podría identificar a los energúmenos y desterrarlos del campo. Veremos si toma la iniciativa. En cualquier caso, no quiero dejar de mencionar el ambientazo que había en Anoeta y lo bonito que es poder ver a aficionados de un bando y otro mezclados en la grada. Absoluta normalidad, como debiera ser siempre.
El Reale Arena se acercó al lleno, 37066 almas, el mejor registro de su historia. Superó en 300 espectadores el tope previamente establecido también ante el Athletic. Los leones tienen más tirón en Donostia que Real Madrid y Barça, algo que no ocurre al revés en Bilbao. Con perdón. No voy a negar que es un partido especial, pero no el más importante de la temporada.
El bacalao de Muniain se celebró por todo lo alto no solo por el rival, que también, sino porque era en el tiempo de descuento y remando contracorriente por la injusta expulsión de Iñigo Martinez. A esta hora, por cierto, no se han filtrado fotos del alcalde Aburto con los jugadores en vestuario. De hecho la imagen post partido fue la de Muniain y a Williams, del que se rió Remiro tras la final de copa, consolando a su ex compañero por el fallo en el 1-1. Juzguen ustedes.
Actuación arbitral
El trabajo de Martinez Munuera supongo que será peritado por el comité técnico de árbitros. El suyo y el de su colega Iglesias Villanueva en el VAR. Si hubiera justicia en este mundillo, el trencilla alicantino tendría que entrar, no ya en la nevera, sino en un congelador de tamaño industrial. En el posible penalti a Iñaki Williams, Elustondo toca balón, pero no exime de cometer penalti. En este caso, aunque entiendo el debate, a mi no me parece claro. A partir de ahí se equivoca flagrantemente contra el Athletic en, al menos, dos ocasiones claras.
La amarilla a Mikel Merino es una cartulina roja de libro. Puedo entender que el colegiado no la vea bien, pero ¿para qué existe la figura del VAR entonces? Debió ser expulsión y no la de Iñigo Martínez. El central de Ondarroa puede equivocarse al dejar la mano delante de Isak con una amarilla en su zurrón, pero no le propina un manotazo a diferencia del fuerte sopapo que le dio Januzaj a Yeray en la primera parte. En general fue un arbitraje casero, de los que pitan faltas al visitante y dejan hacer a una Real que enfanga el juego sin pudor, algo con lo que no le va mal por cierto.
El partido
Los derbis suelen ser intensos, pero poco atractivos para el espectador neutral. Nada que ver con la exhibición de los leones en Cornellá. Muchos apostábamos por la continuidad de Sancet, pero nadie puede criticar la decisión de Marcelino con la clamorosa falta de pegada del equipo y el trabajo táctico que preparó el entrenador de Careñes ante los realistas. Los leones cortocircuitaron el juego fluido de los locales y terminaron con más remates a portería que el rival. Marcelino afirmó en sala de prensa que su equipó mereció la victoria porque hizo más por ganar el partido. Yo tengo claro que no merecía perder y seguramente el empate puede considerarse como justo. La temporada pasada fue al contrario. Villalibre adelantó a los bilbaínos y Roberto López empató con fallo de Simón casi al final.
Pensar en el viernes
Con Yuri lesionado e Iñigo Martinez tocado, falta por ver si Yeray se repondrá a tiempo de ese problema muscular que le hizo terminar tieso el duelo del domingo. Si no se recupera, Marcelino tendrá que inventarse un central para acompañar a Nuñez, como hizo con Balenziaga la campaña pasada, o tirar del filial, que sería lo más normal. Tras seis jornadas invictos a domicilio, los zurigorris deben sacar los 3 puntos ante el Cádiz para llegar tranquilos al próximo parón.
El año pasado el q marcó fue Villalibre y no Rulo,… no?
Cierto, un lapsus, corregimos. Gracias por avisar.