La Copa no entiende de derbis. No espera a nadie. O estás puesto física y mentalmente ese día o te vas para casa. Hasta ahora podías agarrarte a que habías jugado contra rivales de inferior categoría que podían perdonarte la vida en un momento dado, como se vio en Elda con el 0-0. Ahora no. No contra un rival de primera. Puede que no esté bien y que priorice La Liga, pero que nadie piense que va a venir a San Mamés a cumplir con el expediente, sobre todo cuando vienen de ganar en Getafe. Tienen un buen entrenador con mucha ambición que ve el escaparate copero como una gran plataforma para seguir proyectándose.
La victoria en liga de los pericos deja bien a las claras que saben cómo hacer daño a los rojiblancos. Es verdad que en aquel partido el Athletic fue muy superior en la primera parte, pero en la segunda se le apagaron los plomos. El último antecedente copero entre ambos clubes nos es de grato recuerdo porque los de Valverde alcanzaron la final con una gran exhibición en Cornellá. Cierto, pero si nos retrotraemos al partido de ida, el conjunto catalán les pegó un meneo en San Mamés. El empate a uno fue milagroso. Si aquella eliminatoria se hubiera resuelto a un solo partido, como sucederá este miércoles, no sé qué habría pasado.
Cerrar la herida del derbi
Perder un derbi siempre te deja tocado y más cuando vienes de empatar en otro ante Osasuna en casa. Demasiadas oportunidades perdidas. No se trata de hacer tabla rasa ni de echar por tierra el buen trabajo realizado en líneas generales, pero sí de hacer autocrítica y no caer en los mismos errores. Vaya por delante que, si en agosto nos hubieran dicho que el Athletic iba a estar, casi al final de la primera vuelta, a dos puntos de Champions, del cuarto clasificado, y con la opción de llegar a cuartos de Copa en casa creo que la mayoría lo hubiéramos firmado. La Copa es ahora mismo la tabla de salvación de los leones para cerrar la herida de Anoeta y seguir soñando con la competición favorita de los leones.