La escritora y filóloga Clara Sánchez, nombrada nueva académica de la Real Academia Española, ha defendido que el lenguaje inclusivo «es algo que hay que atender». Además, la autora ha expresado que veía a la RAE «como una institución de señores» al ser preguntada por si en algún momento había percibido machismo en la Academia.
«El lenguaje inclusivo es algo que hay que atender porque es una preocupación social, está dentro de lo que los tiempos traen. La lengua no se puede anquilosar. La lengua tiene que estar dispuesta a asumir el futuro, tiene que estar dispuesta a asumir lo que los tiempos nos están trayendo», ha explicado la escritora.
Asimismo, Sánchez, que ha asegurado que veía a la RAE «como una institución de señores», ha mostrado su alegría ante la apertura y la deriva que la Real Academia ha tomado «en pro de la lengua» y sin «excluir a la mitad de la población que son mujeres».
En este sentido, ha defendido que la incorporación de académicas «está dando otro aire a la academia». Además, Sánchez se ha mostrado «muy contenta» con su nombramiento ya que, según ha expresado, la RAE es todo lo que ella es, «por una parte filóloga y por otra parte novelista».
«Es un lugar donde yo puedo depositar mi experiencia pero también aprender mucho y, sobre todo, profundizar en la sala de máquinas donde se está tratando de suavizar y aclarar el lenguaje», ha expresado.
EL LENGUAJE Y LA TILDE DEL SOLO
En otro punto, Sánchez se ha manifestado a favor de «simplificar y clarificar el lenguaje» para que la comunicación sea fructífera, poniendo como ejemplo la jerga de las citaciones judiciales para los ciudadanos de a pie.
En referencia la polémica en torno a la tilde del ‘solo’, la galardonada con algunos de los premios más importantes de las letras españolas, como el Planeta, el Nadal o el Alfaguara, ha expresado que le parece «maravilloso» que «la comidilla» de las conversaciones fuera sobre la lengua y no sobre «misiles o tanques».
Sobre si prefiere usar la tilde o no, la escritora de novelas como ‘El cielo ha vuelto’ se ha mostrado «cómplice de la economía del lenguaje» y de no complicar nuestro instrumento de comunicación, por lo que prefiere eliminarla.
Asimismo, ha destacado que hay que modernizar el lenguaje «en referencia a las actividades y a las nuevas costumbres que tenemos a través de las tecnologías».