Será pura coincidencia, pero me resulta imposible no colocar en la misma frase la repercusión que han tenido dos situaciones reprobables que han tenido que sufrir dos integrantes de las plantillas del Real Madrid. El jugador de fútbol, Vinícius José Paixaõ de Oliveira Júnior, recibió gritos racistas en un partido de liga en Valencia y el de baloncesto, Guerschon Yabusele, “asesino” en Badalona en el transcurso del tercer partido de las semifinales de la ACB.
En ambos casos la solución quedó en recordar por megafonía que “esto no se debe hacer” y sendos comunicados de las ligas y los clubes contra expresiones que debemos desterrar de nuestra sociedad.
Bueno, el caso del brasileño llegó hasta el G7 y en Brasil se ha aprobado una ley llamada Vinicius Jr en la que, “en caso de denuncia o conducta racista comprobada”, se interrumpirá el evento por un tiempo definido e incluso se suspenderá en caso de que los actos se repitan.
Vale, bien…sí, pero hay un pero. ¿Eso no había pasado ya en otros campos de fútbol y baloncesto? Son dos grandes jugadores que además llevan consigo un aura de polémica debido a su forma de actuar en los terrenos de juego y por eso resulta más sorprendente la magnitud que ha tomado todo, o quizás lo explique.
Con el final de la temporada de fútbol parece que esos gritos racistas, que los hubo, en Mestalla forman parte de un mal sueño. Pero no es así, cada fin de semana los llevamos escuchando en todo tipo de campos, desde los más tiernos infantes hasta pachangas más o menos organizadas. Regularizamos el insulto como mantra contra lo que creemos injusto o no entendemos.
Normalizar el insulto
La educación es clave, seguramente vivimos en un entorno en el que ofender al prójimo es más satisfactorio que disfrutar de tu equipo y así nos va. Y vuelvo a los peros. A Iñaki Williams le ha pasado, lo mismo que a otros jugadores de raza negra y parece que hasta que ha sido alguien que juega en el Real Madrid no haya tenido lugar, al menos para los “poderes mediáticos”.
Pasamos al presente, al baloncesto. Por desgracia vemos con estupefacción cómo la ACB aprovecha otro partido del Real Madrid para poner el foco en los insultos, totalmente reprobables, hacia un jugador.
Todo tiene un contexto y Yabusele es “blanco perfecto”, el Vinicius de la canasta. El francés se ha convertido en el centro de las críticas sobre todo desde que realizó una llave en la eliminatoria de cuartos de final de la Euroliga que a punto estuvo de suponer una grave lesión al australiano Dante Exum. 5 partidos que a algunos les supo a poco pero que era el máximo según reglamento. Quizá por ello lo de los lamentables gritos el sábado en el Palau Olimpic de Badalona.
Objetivo común
Yabusele no sólo participó en esa pelea, lleva un par de temporadas con amenazas a árbitros, desprecios a los aficionados rivales y nunca ha sido sancionado en ACB. Por ello molesta tanto al aficionado del baloncesto haber hecho oídos sordos durante años. Porque casi cada afición recuerda el “Mirotic rata”, “Mumbrú baboso, esta noche al foso”, etc.
Entre todos tenemos que evitar que esto siga creciendo y que esos “peros” puedan tener segunda lectura. Gritos racistas: se para el partido, insultos: se para el partido. “Pero” todos los partidos hasta que entendamos que no hay camino si no lo recorremos todos juntos.
