Las lesiones forman parte del mundo del fútbol. En esta era del ‘Big data’ todo está medido. Si preguntas al cuerpo médico de un equipo de fútbol a principio de temporada te pueden hacer una proyección con sus datos de lo que puede suceder durante el curso. En esa ecuación entra en juego un sinfín de factores: minutos jugados, edad del jugador, antecedentes con algunas lesiones, y por supuesto el azar.
Suerte es lo que le está faltando a Yeray Álvarez. Después de su operación de pubis a finales de mayo todos pensábamos que volveríamos a disfrutar con la mejor versión de Yeray. La marcha de Iñigo Martínez al F.C Barcelona le convertía en el líder natural de la defensa, si no lo era ya. Nuestro gozo en un pozo.
Su lesión muscular en pretemporada le apartó del verde en las cuatro primeras jornadas, dejando el centro de la defensa en manos de Dani Vivian y el inexperto Aitor Paredes. Entre ambos suman, a día de hoy, 87 partidos. Afortunadamente los dos dieron un paso al frente en su rendimiento y apenas se notó la ausencia del de Barakaldo. Valverde conocía el estado de Yeray y quiso integrarlo en la dinámica de equipo poco a poco. Le dio unos minutos contra el Cádiz, salió también desde el banquillo en Mendizorroza, ante el Getafe y no fue hasta Anoeta cuando recuperó su sitio natural en el 11.
El golpetazo sufrido por Yeray ante la UD Almería ha tenido consecuencias inimaginables por nadie. Esa caída ha agravado sus molestias en el aductor hasta tal punto que tiene que pasar por quirófano como parte del tratamiento de su desinserción del músculo aductor largo derecho. Traducido a disponibilidad, estará no menos de dos meses en el dique seco y ahí se abre la puerta al abismo.
Soluciones
La operación del ‘5’ rojiblanco deja a Valverde con sólo dos jugadores específicos en ese puesto. Una ruleta rusa. En el mejor de los casos llegará una sanción por acumulación de amarillas (Paredes lleva 3) o por expulsión. En el peor, cualquier molestia de alguno de ellos, no digamos ya algo más grave, supondrá asumir riesgos porque la configuración de plantilla ha fallado estrepitosamente. No somos oportunistas. Desde el primer día ha habido coincidencia generalizada, y no es fácil, en que faltaba un cuarto central en la plantilla.
En un club de cantera no debería preocuparnos una situación como esta. Desde que tengo uso de razón, cuando ha habido alguna urgencia en el primer equipo, se ha tapado con futbolistas del filial que trabajan para llegar al primer equipo y aprovechar su oportunidad. Eso sería lo normal, pero en este caso concurren circunstancias especiales.
Dar el salto al primer equipo no es fácil y más cuando tu segundo equipo está en la segunda RFEF. En situaciones como esta se puede apreciar la importancia de haber dejado morir al filial. No es lo mismo dar el paso desde una categoría competitiva como la primera RFEF, a hacerlo desde la cuarta categoría del futbol estatal. Unai Egiluz ha vivido en dinámica del primer equipo, pero no ha llegado a debutar. Él o Jon De Luis tendrían que cubrir el hueco si miramos al equipo de Gurpegi.
Si Valverde no confiara en estos dos jóvenes jugadores, debería reconvertir a algún jugador del primer equipo para adaptarse a esa posición. Beñat Prados. Dani García, Vesga, Yuri o incluso Lekue aparecen como alternativas. Sinceramente, salvo quizá Beñat, ninguna de ellas parece de garantías a priori, pero como siempre, el míster tiene la última palabra. Lo normal en un club de cantera sería confiar en el Bilbao Athletic y decidir en el mercado invernal si es necesario salir a fichar cuando todos conocen tus carencias y exprimirán tus urgencias por reforzar esa posición. Ahorrar en verano puede salir caro en invierno.