El Athletic sigue desbloqueando objetivos esta temporada. Ganar al Real Madrid en San Mamés no era una cuestión de estado, pero si empezaban a picar entre los aficionados los resultados de los últimos años. Una década sin ganar uno de los grandes clásicos de La Liga era insoportable para una hinchada acostumbrada a tutear a cualquier rival en La Catedral. Victoria merecida. Suma y sigue para los leones.
Los leones están de dulce. Al carácter competitivo de siempre se une el talento individual de muchos jugadores que ayuda a ganar los partidos, incluso ante el campeón de liga. Cuando no define Sancet, aparecen bacaladeros como Berenguer o Guruzeta en un equipo en el que Vivian fue el mejor secando a Mbappé y compañía.
El equipo se asienta en Champions y colidera la UEFA Europa League. No pierde un partido desde Girona a principios de octubre. Diez partidos consecutivos sin caer. Una derrota en los últimos 17 partidos. Números de equipo grande que aspira a todo en LaLiga, Europa, Copa y Supercopa. Un equipazo entrenado por un Ilustre de Bilbao como es Ernesto Valverde, artífice de todo este proyecto que viene de ganar la Copa en Sevilla. Y lo mejor es que no se conforma. Sin alzar la voz sigue empujando y haciendo camino. De ¡chapeau!
Victoria con suplentes
Cuando todos esperábamos el 11 de gala para vivir una gran noche mágica en San Mamés, Valverde volvió a sorprendernos con algunas decisiones que nos invitaban a pensar que priorizaba el duelo ante el Villarreal. Se guardó de salida a los dos laterales titulares: De Marcos y Yuri, algo que sólo había hecho ante el Elfsborg. Nunca antes habían faltado los dos a la vez. Pues bien, eso también le sale bien al Txingurri.
Alineó juntos a Jauregizar y Prados dando descanso a Galarreta, su lugar teniente sobre el terreno de juego que volverá a lucir galones frente al submarino amarillo. Y de los de arriba, sacó a Berenguer que marcó el 1-0 en detrimento de Guruzeta, que salió en la segunda parte y decidió el partido. Experiencia, sapiencia, flor, o de todo un poco, pero el caso es que Valverde parece tocado por una varita mágica. Haga lo que haga, todo sale bien.
Otro ejemplo lo vimos en la portería. En pleno debate por quién debe jugar, mantiene a Agirrezabala y cuando parece que se podía volver en su contra la decisión por cometer un penalti innecesario sobre Rudiger, resulta que después le para la pena máxima a Mbappé, aunque en este caso todos coincidimos que no se puede equivocar eligiendo portero si los dos rinden a su nivel. Ahora toca mantener el nivel.