

Bilbao nos ha regalado una de esas postales que se graban en la memoria. Durante un amanecer reciente, el cielo se tiñó de un rojo intenso que contrastaba con los tonos fríos de las nubes superiores, creando una imagen casi irreal sobre el paisaje urbano.
Desde una vista elevada en la zona de Basurto, la imagen capta a la perfección ese momento mágico en el que los primeros rayos de sol pintan con fuego la línea que separa la noche del día. Las luces de la ciudad siguen encendidas mientras la torre Iberdrola resalta iluminada entre los edificios de Abandoibarra y los nuevos rascacielos de Garellano, al fondo a la derecha de la imagen.
Abajo, el tráfico comienza a despertarse en la autopista A-8, ajeno al espectáculo que se despliega sobre los tejados de Bilbao. Las pintadas del muro en primer plano parecen formar parte de un cuadro urbano que mezcla lo cotidiano con lo extraordinario.
Este tipo de cielos no solo son un deleite visual, sino que también recuerdan la capacidad que tiene la naturaleza para sorprendernos incluso en medio de la rutina diaria. Un instante breve, pero poderoso, que muchos bilbaínos y bilbaínas no dudaron en inmortalizar con sus móviles.