En la imagen de esta semana el sol se esconde lentamente en el horizonte de Barrika, tiñendo el cielo de tonalidades naranjas, ocres y doradas. El mar, en calma, refleja la luz con un brillo metálico que convierte el paisaje en una postal casi irreal. Entre las nubes alargadas, recortadas por estelas de aviones, la silueta del astro rey marca el final de la jornada sobre la costa vizcaína.
La escena invita al sosiego. Las montañas que se dibujan a lo lejos parecen custodiar el momento, mientras el mar Cantábrico se abre majestuoso ante la mirada. A primera vista, la fotografía condensa la esencia de los atardeceres en Euskadi: un espectáculo natural en el que la luz, las nubes y el océano juegan a componer una sinfonía visual.
En primer plano, la vegetación se perfila en sombra, reforzando la profundidad de la imagen y recordando la cercanía de los acantilados de Barrika. El contraste entre la tierra oscura y el cielo encendido subraya la fuerza de un paisaje que no necesita artificios para emocionar.
