Esta semana nos hemos encontrado con uno de los peores casos de agresión sexual en el ámbito laboral de los últimos tiempos. Agentes de la Ertzaintza han detenido en Sopela a un varón de 71 años de edad, por un presunto delito contra la libertad sexual.
Con este motivo, nos hemos puesto en contacto con la Asociación de Trabajadoras del Hogar, para conocer de primera mano la realidad de estas trabajadoras. Como nos ha explicado su portavoz Lorea Ureta, la situación de puertas para adentro es muy vulnerable. Especialmente para las mujeres migradas sin papeles y las internas. Además, nos ha explicado que las administraciones públicas tienen responsabilidad en estas agresiones: «Las trabajadoras del hogar están expresamente excluidas de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales«.
Según el atestado, la Ertzaintza le ha detenido por agredir a una empleada doméstica. Es una empleada que había contratado recientemente, según ha informado el Departamento vasco de Seguridad.
Denuncia, detención y puesto en libertad con cargos
La denuncia fue presentada por la víctima el lunes ante la Ertzaintza, en la que aseguraba haber sido víctima de una agresión sexual. Al parecer, la víctima había empezado recientemente a trabajar realizando tareas domésticas en la vivienda de Sopela. Y el día de los hechos, el varón que la había contratado la agredió sexualmente en el domicilio donde llevaba a cabo su trabajo.
El detenido es de 71 años de edad. Tras la detención, fue puesto este mediodía a disposición judicial. Tras prestar declaración, se decretó su libertad con cargos, así como una orden de alejamiento de la víctima.
«No es un hecho aislado»
El sindicato LAB ha afirmado que la agresión sexual a una trabajadora del hogar por parte de su empleador»no es un hecho aislado» en este sector. Según el sindicato, el hecho vuelve a poner en evidencia «la deuda histórica» que la sociedad tiene con este sector de trabajadoras.
El sindicato ha señalado que «la violación denunciada este lunes por una trabajadora demuestra que el machismo, el racismo y el clasismo exponen a las trabajadoras de hogar y de cuidados. Muchas de ellas son mujeres migradas y racializadas, y se exponen a múltiples situaciones de abuso y vulneración de sus derechos fundamentales. Además, realizan un trabajo fundamental para esta sociedad».
Tras recordar que «si tocan a una, tocan a todas», el sindicato ha añadido que la «violencia económica, laboral, institucional y sexual se combinan cotidianamente en el empleo de hogar y de cuidados sin que esta sociedad se pregunte el por qué».
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