En los últimos años, los biopesticidas han ganado popularidad como una opción más ecológica en el mundo de la agricultura. Presentados como una alternativa verde para reducir el uso de pesticidas químicos y proteger el medio ambiente, muchos los consideran una solución más sostenible para enfrentar los desafíos que plantea la producción agrícola moderna. Sin embargo, surge una pregunta crucial: ¿Realmente son tan inocuos como parecen?
Ion Colino, de la granja escuela Areitz Soroa y experto en agricultura ecológica, advierte que, aunque los biopesticidas representan un avance significativo, no están exentos de riesgos. Aunque su uso está asociado con la reducción de químicos en los cultivos, estos productos, en muchos casos, carecen de especificidad. En otras palabras, no solo afectan a los insectos dañinos para las plantas, sino también a aquellos beneficiosos para el ecosistema agrícola, lo que puede alterar el equilibrio natural.
Los biopesticidas, como los derivados del aceite de neem, actúan de manera retardada y pueden tener efectos secundarios no deseados. Al aplicarlos en los cultivos, el control no es tan preciso, lo que significa que se corre el riesgo de eliminar insectos beneficiosos, como depredadores de plagas o polinizadores, fundamentales para la salud de los ecosistemas agrícolas. Este problema es aún mayor si se considera que muchos de estos productos no tienen un periodo de espera claro, lo que podría afectar la seguridad del consumo humano.
En contraste, algunos expertos sugieren que existen alternativas aún más sostenibles, como el uso de plantas medicinales y extractos naturales que potencian las defensas de las plantas, reduciendo la necesidad de pesticidas químicos o biológicos. En regiones como Euskadi, se están explorando prácticas como el uso de corredores florales y la flora auxiliar para promover un equilibrio natural que controle plagas de manera más efectiva.
Aunque la presencia de pesticidas químicos sigue siendo preocupante, con informes que indican que alrededor del 83% de los suelos europeos contienen residuos de estos productos, el camino hacia una agricultura más sostenible es posible. Sin embargo, es fundamental comprender que no existe una solución única. Los biopesticidas, aunque prometen ser más seguros, deben ser utilizados con precaución y en combinación con otras prácticas agrícolas que respeten la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
