El cazador furtivo de Carl María von Weber

Margarita Lorenzo de Reizabal

Podcast Cultura

El cazador furtivo de Carl María von Weber

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Carl Maria von Weber (1786–1826) fue una figura clave en la transición del clasicismo al Romanticismo musical. Primo lejano de Mozart, pianista virtuoso, director, crítico y compositor, Weber influyó profundamente en Berlioz, Wagner y toda la ópera alemana posterior. Carl Maria von Weber (1786–1826) nació en Eutin, en el norte de Alemania, en el seno de una familia itinerante de artistas. Su padre dirigía una compañía teatral ambulante, por lo que Weber creció rodeado de cantantes, actores y músicos. Esta infancia nómada, aunque irregular y a veces inestable, le proporcionó un contacto temprano con la escena y un oído excepcional para la escritura dramática, algo que se reflejaría más tarde en su maestría operística.

Weber fue un pianista prodigioso, uno de los primeros grandes virtuosos del instrumento antes de la irrupción de Liszt y Chopin. Sus conciertos para piano y sus composiciones tempranas ya mostraban una sensibilidad que se alejaba del clasicismo vienés. Se interesó profundamente por lo pintoresco, lo fantástico y lo popular— rasgos definitorios del Romanticismo.

Contexto histórico (aprox. 1817–1821):

  • Alemania buscaba una identidad cultural propia tras las guerras napoleónicas.
  • El Romanticismo florecía, exhaltando la naturaleza, lo fantástico y las tradiciones populares.
  • Weber, director de la Ópera de Dresde, deseaba crear una obra “auténticamente alemana” basada en leyendas locales y espíritu popular.

Der Freischütz surgió así como un símbolo identitario: música con raíces folklóricas, un libreto lleno de superstición rural y una dramaturgia que encarna la lucha moral entre la luz y la oscuridad.

Para entender Der Freischütz es fundamental situarse en la Europa posterior al Congreso de Viena de 1815, cuando tras las Guerras Napoleónicas se reconfiguraron las fronteras del continente. El mundo alemán, dividido en numerosos principados y reinos, experimentaba una fuerte corriente de renovación identitaria y cultural. No existía aún un Estado alemán unificado, pero sí un creciente sentimiento de pertenencia compartida: lengua, tradiciones y folclore.

Intelectuales como los hermanos Grimm, contemporáneos de Weber, recopilaban cuentos y leyendas populares—la misma matriz cultural de la que surgiría la historia del cazador y las balas mágicas. La fascinación por lo sobrenatural, lo oculto, la naturaleza misteriosa y los paisajes sombríos definía el espíritu romántico de la época.

En música, el mundo operístico alemán estaba aún dominado por influencias italianas: bel canto, estructuras rígidas de arias y recitativos, virtuosismo ornamental. Weber y algunos compositores afines aspiraban a crear un teatro musical nacional, con raíces en las canciones populares, el idioma alemán y una estética más dramática que ornamental. Der Freischütz fue la obra que cristalizó ese anhelo: un drama con campesinos, bosques, supersticiones y una clara dimensión moral.

A esto se suma el contexto político: en los estados alemanes regía una atmósfera de conservadurismo, censura y vigilancia policial, pero también de efervescencia intelectual. El Romanticismo funcionó como un refugio simbólico y emocional: un retorno a la naturaleza y a la espiritualidad en tiempos de tensiones sociales y desconfianza política.

Cuando Weber estrena Der Freischütz en 1821 en Berlín, el público reconoce inmediatamente algo “propio”, algo que habla de su comunidad y su imaginario colectivo. Por eso la ópera no solo fue un éxito musical rotundo, sino un suceso cultural que contribuyó activamente a la consolidación de la identidad alemana en pleno período de transformación histórica.

¿Cuál es la leyenda del “Cazador del tiro certero”, sobre la que se basa El cazador furtivo de Weber?

Es una antigua leyenda popular alemana, documentada desde al menos el siglo XVII, que cuenta la historia de un cazador que, desesperado por recuperar su puntería o demostrar su valía, hace un pacto con fuerzas malignas para obtener “balas mágicas” (Freikugeln). Estas balas tienen la propiedad de acertar siempre en el blanco, salvo una: la última, que no obedece al tirador, sino al diablo.

La leyenda incluye varios elementos característicos del folclore centroeuropeo:

1. El cazador que pierde la puntería

Un joven cazador o guardabosques —a veces torpe, otras veces simplemente desafortunado— se siente incapaz de cumplir una prueba o asegurar su futuro profesional o matrimonial.

2. Las “balas libres” o “balas del diablo”

Un personaje oscuro (en Weber, Kaspar) ofrece fabricar balas con poderes sobrenaturales.
La tradición dice que se deben fundir a medianoche, en un cruce de caminos o en un bosque encantado, acompañado de conjuros, huesos, plomo robado de iglesias o cementerios, etc.

3. El pacto demoníaco

El origen remoto conecta con antiguas supersticiones de cazadores y mineros alemanes: la idea de que el diablo concede poder temporal a cambio del alma.

En muchas versiones, el protagonista no conoce la letra pequeña: la última bala pertenece al demonio y golpeará donde él lo desee.

4. El desenlace moral

La bala maldita a veces mata a alguien inocente, otras veces —como en la ópera— se vuelve contra el instigador del pacto.
El cazador arrepentido recibe perdón o castigo según la versión.


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