

En pleno Casco Viejo de Bilbao, La Sinsorga, el primer centro cultural feminista de la ciudad, se erige como un faro de transformación social. Este espacio, que ha sido testigo de una obra de 18 meses a cargo de mujeres de distintos gremios de la construcción, es también el protagonista de un documental/ largometraje titulado ‘Llámame Sinsorga’. El film, dirigido por Marta Gómez y Paula Iglesias, aborda tanto la creación de este espacio como las dificultades a las que se enfrentan las mujeres en un sector históricamente masculinizado, como la construcción. Las cineastas nos cuentan cómo el proyecto no solo consistió en edificar el centro, sino en documentar el arduo proceso.
Una obra con visión feminista y una construcción solidaria
El centro, ubicado en la calle Ascao, nació con el propósito de ser un lugar de encuentro y reflexión para las mujeres. Sin embargo, la construcción de este proyecto no estuvo exenta de dificultades. El edificio, de 4 plantas, era un comercio de vestidos de novia. Y ello añade más simbología al proceso de reforma. Porque los vestidos de novia son protagonistas también de la película. Durante su ejecución, un equipo de mujeres obreras enfrentó los retos propios de un gremio dominado por hombres. Desde el principio, la idea era que solo mujeres participaran en los trabajos de albañilería, fontanería y demás. Pero los obstáculos fueron muchos. El documental no solo narra la historia de la obra, sino también las historias de las mujeres que la hicieron posible, que compartieron entre martillazos sus vivencias de resistencia, opresión y sororidad.
La palabra ‘Sinsorga’: empoderamiento y transformación social
El título de la película, ‘Llámame Sinsorga’, tiene una fuerte carga simbólica. “Sinsorga” es una expresión popular en Bilbao, un término que históricamente se ha usado para denigrar a las mujeres. pero que, en este caso, se convierte en un símbolo de empoderamiento y rebeldía. Las promotoras del Centro Cultural, Irantzu Varela y Andrea Momotio, reflexionan en la película sobre el significado de ser llamadas “sinsorga” y cómo este término pasó a convertirse en un signo de resistencia, de desafío al patriarcado. «Nos empoderamos a través de esa palabra», dicen, «es una forma de cuestionar y transformar la narrativa que nos han impuesto”.
Un proyecto respaldado por la sororidad y el crowdfunding
La obra de La Sinsorga también se ha sostenido gracias a la sororidad de la comunidad. Un crowdfunding masivo y la participación activa de muchas mujeres han sido esenciales para llevar a cabo este proyecto: “El camino no ha sido fácil”, afirman las creadoras del centro. A pesar de las dificultades, el resultado es un espacio vivo y multidisciplinar que ofrece talleres, actividades culturales y un menú diario accesible.
El estreno de ‘Llámame Sinsorga’ en el Festival de Cine Internacional de Varsovia es solo el comienzo de la difusión de este proyecto que, sin duda, continuará resonando en la sociedad, llevando la lucha feminista al cine y al corazón de Bilbao.
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