En la primera experiencia del Amorebieta en el profesionalismo, los azules no terminan de entender uno de los elementos de la categoría, el VAR. Empieza a desquiciar que todas las intervenciones hayan sido en su contra y nunca se revise nada a favor. A priori, este mecanismo de asistencia arbitral llegó para ayudar y corregir a los colegiados de campo en sus decisiones con el fin de impartir justicia. En general, a día de hoy, no agrada a nadie. Menos, si cabe, a un cuadro zornotzarra al que parece bastante sencillo arbitrar. En estas quince jornadas, les han señalado cuatro penaltis en contra y ninguno a favor. Dos de los que han penalizado a los azules son ciertamente inexplicables, en Tenerife y en Alcorcón. Este último, en Santo Domingo, llega por una acción en la que Gaizka Larrazabal no hace ademán de meter el pie y es el propio jugador del Alcorcón quien al cargar la pierna para el golpeo impacta con la puntera en el pie del bilbaino. Al término del envite, esto respondía Vélez de Mendizabal acerca de la jugada:
Asusta la determinación con la que los colegiados penalizan las infracciones contra el cuadro zornotzarra y la pasividad que muestran ante las reclamaciones de los azules. Como una tortura china, cada capítulo de VAR va cabreando más al Amorebieta y su afición, que se sienten ninguneados por los jueces de Segunda División. Una bonita experiencia que se está viendo empañada por las numerosas polémicas que, hasta ahora, están cayendo en contra de sus intereses.
Ni la primera, ni, probablemente, la última
La crispación de Vélez viene de más atrás. Ni con los dedos de una mano se pueden contar ya las jugadas controvertidas en las que el Amore se ha visto perjudicado por la actuación de los colegiados, tanto de campo como de VAR. Todo empezó frente al Eibar con una roja a Luengo por una segunda amarilla muy rigurosa en campo rival, que dejó en evidencia al colegiado de campo que incluso se equivocó de infractor. El lío continuó en Tenerife con dos acciones que desesperaron a los azules. Primero un penalti inexistente pitado en contra tras un despeje claro de Irazabal. Más tarde, un derribo a Markel Lozano dentro del área tinerfeña ni siquiera fue revisado. Apenas dos jornadas después, tras una mano clara en el área del Fuenlabrada, el videarbitraje no intervino en el Fernando Torres.
En la siguiente salida a El Alcoraz, se vivió una situación insólita en la era VAR con el tanto inicial del Huesca, después de ser anulado por fuera de juego tras revisión y, posteriormente, para sorpresa de todos, volvió a rectificar para otorgarlo. No acabó allí la comedia arbitral, ya que el videoarbitraje no hizo ni ademán de revisar el más que probable penalti de Pulido sobre Orozko, a quien zancadillea claramente. Y así, hasta este fin de semana, donde el Amorebieta volvió a echar en falta una correcta intervención del mecanismo arbitral, después de que fuera el propio jugador del Alcorcón quien al cargar la pierna para el golpeo, impacta en el pie de Larra.
Diferente vara de medir
Prácticamente cada jornada deja en evidencia el distinto trato que recibe el Amore respecto al resto de equipos asentados en la categoría de plata. La humildad y modestia del conjunto zornotzarra, debutante en LaLiga Smartbank, parece facilitar la labor arbitral a los colegiados. No les tiembla el pulso para señalar situaciones en su contra, a su vez que no emplean ningún esfuerzo en poder revisar acciones en las que se ven perjudicados. Casualidad o no, estas acciones han llegado frente a equipos asentados en la élite como pueden ser Eibar, Huesca o Tenerife, además de Fuenlabrada y Alcorcón, que ya suman varios años en Segunda. Sin embargo, el equipo bizkaino ya se ha enfrentado a los tres equipos recién ascendidos, pero fueron duelos sin protagonismo de los jueces, como debería ser habitual.