Se ha creado un debate, absurdo bajo mi punto de vista, sobre la idoneidad de aplaudir o no a jugadores de los equipos rivales que visitan San Mamés. Históricamente los grandes jugadores han sido ovacionados en la Catedral. Sin distingo. El aficionado del Athletic siempre ha reconocido el buen fútbol y a los grandes jugadores. Por eso el estadio rojiblanco se ha labrado un nombre a lo largo de los años.
El «Gure Estiloa» que poco a poco se ha ido perdiendo a lo largo de los últimos años en algunos aspectos, se mantiene vivo gracias al ADN del socio rojiblanco. Es clave que ese saber estar del viejo campo se traslade a San Mamés Barria. Los dos últimos partidos nos han dejado dos ejemplos de los que sentirnos orgullosos.
Joaquín y Benzema
El capitán del Real Betis Balompié se llevó el tributo de la afición zurigorri en lo que era su última visita a Bilbao, salvo duelo en copa. No era la primera vez que recibía el cariño de los hinchas, que siempre han sabido reconocer a los grandes. Además, no podemos olvidar que Joaquín vive su gira de despedida. Con 40 años colgará las botas el 30 de junio de 2022.
El último caso, el que ha levantado ampollas, es el de Karim Benzema. Aplaudir a Joaquín con 3-2 en el marcador era fácil, pero hacerlo con el delantero del Real Madrid cuando vas perdiendo por dos goles que ha marcado él, denota la grandeza de una afición. Hay seguidores que no lo ven así. Afortunadamente son los menos. Cuando sean mayoría, dejaremos de ser lo que somos.
La afición de San Mamés es tan grande que sabe discernir el polvo de la paja. Sabe aplaudir a Benzema, por ejemplo, y pitar a Vinicius por comportarse como una niñato macarra. La Catedral es un ecosistema que vive y respira de forma independiente al mundo del fútbol y eso, en los tiempos que corren, son buenas noticias. Todo un halago. Que perdure.