Los números son elocuentes. Más que algunas ruedas de prensa. Siete partidos sin ganar. Cinco puntos sobre 21 posibles con varios rivales de la parte baja de la tabla de por medio. Ni un bacalao a los tres colistas. Pocas oportunidades claras en líneas generales, y cuando las hay, no se transforman. Unai Simón o Iñigo Martínez aparecen siempre entre los más destacados del equipo. Datos que dibujan una radiografía inquietante con Europa, cada vez, un poco más lejos. La crisis de resultados es innegable, y la de juego varía en función del rival y del día.
Los análisis, como todo en la vida, no son blancos o negros. Hay matices sobre el funcionamiento del Athletic. No todos los partidos se explican de la misma manera, pero hay un patrón común: la falta de pólvora. Dice Marcelino que hablar tanto de ello genera cierto run run. Hace poco también reconocía ciertas dudas cuando se falla y no se ganan partidos. Seguro que no es plato de buen gusto, pero la realidad es tozuda. En sus manos está cambiarlo. El entrenador debe buscar alternativas.
Posibles soluciones
Con 13 tantos en 16 partidos la proyección no es halagüeña. Debemos asumir que este lastre nos va a acompañar todo el curso. No va a surgir un Aduriz que resuelva el problema de la noche a la mañana. La solución no parece sencilla. Si apuestas por meter más gente ofensiva que compense la falta de un goleador nato, puedes destaparte los pies y esa es una línea roja para el entrenador de Careñes. El Athletic vive gracias a su buen rendimiento defensivo que le permite ser el equipo menos goleado de la categoría junto al Sevilla, su próximo rival.
El análisis está hecho. Los problemas han sido detectados. Falta lo más difícil: solucionarlo. A la espera del único delantero centro específico, el lesionado Villalibre al que tampoco le ha dado muchos minutos cuando ha estado sano, hay que buscar alternativas. Una de ellas pasa por variar el sistema, al menos en determinados partidos y circunstancias. Nadie te garantiza que cambiar el dibujo sea sinónimo de éxito, pero parece evidente que algo hay que probar. Adaptar un esquema de juego, modificar un estilo muy definido de tiempo atrás por buscar un mayor rendimiento en tu una plantilla no denota rendición del mister, sino capacidad de adaptación. No creo que sea traicionarse a sí mismo, aunque reconozco que veo difícil que eso suceda. Igual a base de mantenerse en la idea, surge el acierto y cambian los resultados. Ojalá.
Temor justificado
Los leones se mantienen a seis puntos de poder alcanzar competición continental. Poca distancia me parece para la mala racha por la que atraviesan los rojiblancos. Aún así, las oportunidades perdidas generan cierta incertidumbre sobre el futuro del equipo. Hacer la goma con la zona noble de la clasificación te obliga a fallar muy poco. Cada pinchazo puede suponer caer en tierra de nadie y ese es un miedo con el que conviven los aficionados porque lo han vivido en las últimas temporadas.
Otear el horizonte
A pesar de todo el Athletic es un conjunto muy competitivo, que solo ha perdido tres partidos en toda la temporada. Todos por la mínima. No hay que ver solo la parte negativa, aunque eso es lo que te ayuda a mejorar. El empate en Getafe no es una debacle. Solo hay que repasar anteriores visitas. El problema es todo lo anterior, con pinchazos graves ante Rayo, Cádiz o Granada. Todos en San Mamés. Inconcebible.
La estadística dice que los zurigorris no son capaces de imponerse a los equipos de abajo. Les cuesta llevar la iniciativa y desbordar a equipos cerrados como el Getafe. Estamos de enhorabuena porque los próximos tres compromisos son ante los tres primeros clasificados. Por este orden de juego, Sevilla, Betis y Real Madrid. Los tres en casa. Confiemos en que ante equipos punteros que quieren llevar el peso del partido, los leones se muestren más peligrosos. Con más mordiente. Aunque parezca una contradicción, jugar contra los mejores, les puede ir bien. Al tiempo.