El chicle está a punto de romperse. No se puede estirar más. O lo acortas o se rompe. No hay más. A falta de 10 jornadas para cerrar la temporada 21/22 el Athletic está a 7 puntos de la Real Sociedad que marca la frontera europea en la sexta plaza. La séptima puede valer para ir a la previa de la Conference League si el Betis gana la final de copa. Ya lo valoraremos el 24 de abril en función del resultado de la Cartuja. Tampoco olvidemos que la quinta posición la ocupa el Villareal que tiene, por ahora, una plantilla Champions. Lo mejor para el conjunto rojiblanco sería que los de Emery eliminaran a la Juventus para que sigan desgastándose en la máxima competición continental.
La estadística refleja que puedes necesitar unos 59 puntos para aspirar a esa sexta plaza. Eso implicaría ganar 6 partidos de los 10 restantes y arañar un empate. Imposible no es, pero debemos reconocer que es difícil, hasta para los de Bilbao. Muchos han arrojado ya la toalla. Yo sigo creyendo en el equipo aunque tengo claros mis límites. Todo los que no sea ganar los dos próximos partidos ante Getafe y Elche en San Mamés, sería despedirse de Europa por sexto año consecutivo. Con dos triunfos creo que los de Marcelino aún pueden meterse en la pelea.
Los «peros» de Marcelino
El partido del Villamarin fue igualado. Bastante pobre, pero igualado. Se podía haber dado un empate tranquilamente. Los dos equipos generaron poco, pero uno acertó y el otro no. Como en Mestalla por ejemplo. Pocas ocasiones para todo lo que llegó el equipo al área rival. En sala de prensa Marcelino dijo que no podía ponerle un «pero» a sus jugadores. Ese fue el titular. Si sigues escuchando la rueda de prensa aparecen las pegas. «Debimos solventar mejor la acción del gol del Betis» zanjó sobre el tanto de Borja Iglesias. También admitió la falta de pericia en el frente ofensivo. Todo eso son «peros» a su equipo. En actitud o entrega, nada que achacar, pero en otras facetas del fútbol, en este choque, está claro que si.
En la búsqueda de soluciones del míster de Careñes vimos a Muniain jugando por dentro partiendo del doble pivote para inventar algo que no llegó. La retirada de Iñaki Williams llevó a Berenguer, otra vez, a ocupar la punta de ataque con Raúl García. Me parece una buena solución porque el ex del Torino sabe asociarse por dentro. Me preocupa que este tipo de soluciones impliquen el aislamiento de Asier Villalibre. Sin minutos en el Villamarín y Mestalla cuando el Athletic agonizaba por un bacalao. Significativo. No está al 100%, pero parece evidente que no es de núcleo duro de Marcelino. Cuando ha jugado tampoco ha derribado la puerta, pero normalmente hay que tener cierta regularidad antes de exigir resultados y el «Búfalo» no lo ha tenido. Es la pescadilla que se muerde la cola.
Fekir, el nuevo Neymar
El duelo ante el Betis será recordado, por desgracia, por una nueva expulsión de Nabil Fekir. Segunda ante los rojiblancos. Su calidad como jugador no la discute nadie, como compañero si. Un caso similar a Neymar. En la final de copa de 2015 Bustinza tuvo que señalarle que las lambrettas son para la playa de Copacabana.
En esta ocasión fue De Marcos quién le recordó los códigos del fútbol entre colegas de profesión con una falta clara de tarjeta amarilla tras ponerse a dar toquecitos al balón como en una presentación de un fichaje. Sobraba. A Pellegrini me gustaría recordarle que la falta estaba pitada y la amarilla en camino hasta que al futbolista francés se le cruzaron esos cables pelados y cortocircuitaron con una patada a Muniain. No sé qué le dijo el capitán roijblanco ni me importa. No se puede actuar así y llueve sobre mojado. Por sus actos les conoceréis.