A menudo se realizan hábitos diarios que pueden poner en riesgo la salud de los dientes. Para evitarlos, los dentistas de Clínica Dental La Casilla en Bilbao nos explican algunos de los hábitos diarios que pueden poner en riesgo la salud bucodental.
Tomar demasiado azúcar
Ingerir alimentos con altos niveles de azúcar es malo para la salud en general y, además, especialmente poco recomendable para tus dientes. Cuando se hace un consumo excesivo de azúcar lo que se consigue es alimentar a las bacterias que producen los ácidos en la boca, y esto hace que el riesgo de padecer una caries dental aumente de manera significativa. Por tanto, evitar tomar dulces, pasteles y bebidas azucaradas con frecuencia es fundamental para no destrozar los dientes.
Fumar
Como ocurre con el consumo excesivo del azúcar, fumar es perjudicial para la salud en general y, por supuesto, también paras dientes. En concreto, fumar puede acabar generando decoloración en las piezas dentales, enfermedades de las encías, aumentan las posibilidades de padecer cáncer oral y también de perder piezas dentales.
Exceso de cafeína
Tomar café en exceso también tiene una repercusión directa sobre los dientes. Cuando se toma un exceso de cafeína acaban apareciendo manchas en los dientes. Esto se puede evitar con una adecuada higiene bucal y, también como decimos, no tomando café en exceso.
Cepillar los dientes inmediatamente después de comer
Tras comer o beber se reduce el pH de la boca al tiempo que aumenta el nivel de acidez. Cuando se cepillan los dientes de forma inmediata se frota el ácido en la boca. Lo más recomendable es dejar pasar algo de tiempo, unos 20 minutos. Con esto lo que se logra es dar tiempo suficiente para que se reduzca el nivel de acidez que puede haber en la saliva.
No cambiar el cepillo de diente con frecuencia
Muchas personas esperan a que el cepillo esté notablemente desgastado para cambiarlo pero lo cierto es que esto no es nada recomendable. Lo aconsejable es cambiarlo cada tres meses como máximo. Esto es así porque transcurrido este tiempo, está más que demostrado que su efectividad se reduce de manera notable a la hora de eliminar la placa y los restos de alimentos.
Realizar un cepillado agresivo
También es conveniente no llevar a cabo un cepillado agresivo. Para ello, no hay que ejercer demasiada fuerza ni optar por un cepillo con cerdas duras. De lo contrario, se podría producir la erosión del esmalte dental y un daño de las encías. Lo más recomendable es apostar por un cepillo de cerdas suaves y realizar un proceso de cepillado a base de movimientos suaves.
No usar hilo dental
Muchas personas creen que con cepillarse los dientes es suficiente pero lo cierto es que hay que usar también hilo dental. Hay que tener en cuenta que las cerdas del cepillo no pueden llegar a todos los huecos y partes de los dientes y así el riesgo de sufrir caries interdental puede acabar afectando a dos piezas.
Cuidado con el exceso de pasta dental
Se ha de poner pasta dental en cada cepillado equivalente al tamaño de un guisante. Cuando se coloca un exceso de pasta de dientes es fácil que se genere mucha espuma y esto puede generar un exceso de limpieza que no es tal y hacer que el cepillado dure menos de los 2 minutos que debe hacerlo de media para un correcto cepillado.
Morder objetos
Morder objetos personas que de manera inconsciente muerden objetos cotidianos en su día a día: lápices, bolígrafos, las uñas… Esto puede acabar provocando pequeñas fisuras o fracturas. Todo esto produce un desgaste de los dientes y puede reducir de manera notable el nivel de sensibilidad dental.
Rechinar los dientes
Muchas personas padecen de bruxismo, es decir, aprietan o rechinan los dientes sobre todo durante la noche y de manera involuntaria. Esto es algo que puede provocar desgaste en el esmalte dental y también problemas en la articulación temporomandibular. Para evitar que esto ocurra lo mejor es acudir al dentista.
Masticar hielo
No son pocas las personas que cuando toman bebidas con hielo tienen la costumbre de masticarlo. Lo cierto es que se trata de algo que puede acabar provocando daños en el esmalte dental y la aparición de grietas o fisuras en los dientes.