Puede ser la falta de costumbre o el miedo a perder lo que se tiene tan cerca, pero el caso es que la final de Copa me empieza a dar un poco de ‘yuyu’. No hay motivos, lo sé. Todo lo contrario. El Athletic es una máquina perfectamente engrasada que en San Mamés es imbatible y fuera muy difícil de superar, sin embargo, el miedo es libre.
Objetivamente el Athletic es mejor conjunto que el RCD Mallorca, prácticamente en todo. A ojos de cualquiera, y aquí incluyo seguidores de los dos equipos y espectadores neutrales, los rojiblancos son claramente favoritos, aunque eso no te de ninguna ventaja cuando pite el colegiado el inicio del partido. El sentir zurigorri se repite como un mantra: si no ganamos este año, ¿cuándo?. Es un entusiasmo contenido porque han sido muchos años de sueños rotos en finales, pero la ilusión reinante en el ‘botxo’ subyace bajo la piel de cada aficionado. Es inevitable.
Todo apunta en positivo
El sábado salimos de San Mamés pensando que este año está de qué sí. Le sale todo al Athletic. Cien por cien de efectividad cuando es necesaria y algunas dosis de fortuna a lo campeón como la parada de Simón al remate de Guridi. Las cosas salen adelante no por azar, tal y como dijo Valverde en sala de prensa, sino porque hay un trabajo por detrás que provoca esos resultados. Todos estos detalles hacen que muchos vean al Athletic campeón en La Cartuja; conclusión lógica hasta cierto punto, pero es aquí donde me gustaría echar la vista atrás para recordar el camino hacia la final con Gaizka Garitano.
En aquella edición que se acabó perdiendo al año siguiente contra la Real Sociedad, el equipo superó innumerables obstáculos que parecían insalvables. La famosa tanda de penaltis sin VAR en la que se adelanta Iago Herrerín ante el Elche, el empate in extremis de Yuri en Tenerife con uno menos para acabar pasando desde los once metros, el ‘bacalao’ de Iñaki Williams ante el Barça en el 93, de nuevo Yuri en Granada marcando el tanto salvador en la recta final del partido…muchas señales que nos llevaron a interpretar que ese año la Copa ya tenía ganador. Craso error del que debemos aprender la lección.
Simón y Guruzeta
Los grandes equipos ganan partidos y títulos porque tienen a los mejores jugadores, no porque trabajen más el aspecto técnico, táctico o físico… Cuentan con futbolistas desequilibrantes y eso es lo que marca el rumbo de los encuentros habitualmente. Eso le pasa al Athletic esta temporada. Tiene a unos de los mejores guardametas del mundo, titular con la selección española, y que además está en el mejor momento de su carrera con un punto de confianza que parecía inalcanzable. A los delanteros se les hace de noche incluso en el mano a mano con el de Murgia y por eso lidera el trofeo ‘Zamora’. Es, sin dudas, el mejor salvavidas en una noche de tormenta en alta mar.
Los partidos se deciden en las áreas. La propia está cubierta con Simón, y con Agirrezabala en Copa, mientras que la contraria tiene un nuevo dueño: Gorka Guruzeta. El delantero donostiarra es el heredero del último gran bacaladero del equipo, Aritz Aduriz. Suma 15 tantos en la temporada, 13 de ellos en LaLiga y pelea con Morata por el trofeo ‘Zarra’ puesto que Mayoral está lesionado. Los dos goles que firmó ante el Deportivo Alavés, al primer toque ambos, le avalan como uno de los grandes nombres propios de la temporada. Que no decaiga la fiesta Guru.