El Athletic prolongó su fiesta copera con el pasillo de honor que le brindó el Villarreal al campeón de Copa. A ellos se sumaron los héroes de 1984 para arrancar el partido con una imagen potente que pasará a la historia del club rojiblanco. A partir de ahí, vuelta a la cruda realidad.
Decía Ernesto Valverde, en la previa del choque, que había que ir bajando poco a poco de la nube para seguir peleando la plaza Champions. Cuadra Fernández se encargó de pinchar el globo con su incompetencia. No recuerdo un arbitraje tan malo hace muchos años. No en vano, si no me falla la memoria, se llevó la mayor pitada en el nuevo estadio rojiblanco al concluir el partido.
Nefasto arbitraje
Es difícil equivocarse en todas las acciones del partido por pura estadística, pero el madrileño, adscrito al comité balear, fue capaz. No dio una a derechas para ninguno de los dos equipos, aunque perjudicó ostensiblemente a los leones. Entre sus grotescos errores y su falta de personalidad ante Hernández Maeso en el VAR, se cargó un partido que no parecía tan complicado de sacar adelante. Él mismo se puso la soga al cuello y apretó.
Tal y como yo entiendo el fútbol, ninguno de los dos penaltis señalados al Athletic debió pitarse. Es cierto que Prados se puede ahorrar el pisotón, pero Baena ya había soltado el balón y no interfería para nada en la jugada. Si pitas eso, debes señalar 100 penas máximas cada partido y eso nunca lo hacen. Como lo pitó y amonestó al navarro, en una jugada similar tuvo que sacarle la segunda a Comesaña por otro pisotón a Prados en el centro del campo. Una expulsión injusta bajo mi criterio, pero condenado por el listón que él mismo había marcado.
La mano de Yuri no hay ni por donde cogerla. El balón le golpea en la axila después de rebotarle en la pierna en un gesto natural porque está yendo al suelo a bloquear el disparo del rival. El trencilla del VAR quería su cuota de protagonismo en la fiesta copera y la falta de personalidad de Cuadra Fernández al imponer la lógica del verde acabó con un escándalo en La Catedral. Una actuación como esta merece congelador más que nevera.
Mensaje ambicioso
Lo mejor del partido fue la ambición de Valverde al apostar por un ‘once’ de gala y dejar bien claro que la temporada no está amortizada pese a ganar la Copa y lograr el billete europeo. No se si les dará para arrebatar al Atlético de Madrid la plaza Champions, que ahora queda a cuatro puntos, pero demostraron que lo van a intentar hasta el final. Por ahora mantienen la quinta plaza con siete de ventaja sobre la Real Sociedad.
Después de una semana de celebraciones por todo lo alto y sin apenas entrenamiento, pensé que el rendimiento de los leones sería bastante más deficiente. Obviamente se notó la falta de chispa y algunos despistes incomprensibles en cualquier otra circunstancia, pero en líneas generales el rendimiento del equipo estuvo por encima de lo esperado y eso da esperanzas a los athleticzale de cara al futuro. El viernes llega el Granada al que hay que derrotar para llegar al Metropolitano con opciones de hacer daño a los de Simeone.
Oihan Sancet volvió a marcar las diferencias con un remate de calidad, nada sencillo, al primer toque dentro del área. Llegó a la final sin estar del todo fino y en Sevilla forzó la prórroga y sigue viendo portería lo que augura una buena recta final de temporada. Mención especial también para los centrales. Vivian estuvo en todas las salsas, y golpes, al igual que Paredes. Ambos siguen sosteniendo a un Athletic corto de centrales por una cosa u otra.