Ha llegado la hora de reconocer los graves incidentes causados en Roma por algunos descerebrados que osan llamarse aficionados del Athletic. El lanzamiento de bengalas pudo acabar con algún muerto y es hora de actuar en consecuencia. Sin ambages, sin medias tintas, sin excusas. Nadie quiere revivir una tragedia como la de Iñigo Cabacas o Inocencio Alonso, el ertzaina fallecido durante un dispositivo de seguridad en San Mamés.
Todos debemos admitir que tenemos un problema en casa. Dejemos de mirar la paja en ojo ajeno y centrémonos en los delincuentes que se cuelan entre nuestros hinchas y que ensucian el escudo del club. Esa gentuza pone en peligro la seguridad de todos los que viajamos pacíficamente con el Athletic a cualquier rincón del mundo y eso es intolerable.
Es el momento trazar una línea en el suelo. Hasta aquí. Todos debemos tomar conciencia de la gravedad de hechos y cada uno trabajar desde su parcela para echar a estos indeseables de los campos de fútbol y algo más si un juez lo estimase oportuno.
Papel de todos
Los aficionados que viajan y que ven esos comportamientos deben señalarlos, incluso apartarse en la grada de ellos para que queden retratados in situ. Los periodistas debemos denunciarlo y no minimizar ni amparar este tipo de actos desdeñables. Los jugadores deben responder como hicieron en el Olímpico porque su papel es clave para llegar a los más jóvenes que aprenden valores también a través de sus ídolos, al margen de lo que mamen en casa y su entorno, por supuesto.
Y el papel más importante es el del Athletic y las instituciones. Ibaigane debe coger el toro por los cuernos y tomar decisiones valientes como en su día hicieron Florentino Pérez y Joan Laporta expulsando a sus radicales del estadio. Está claro que si los dos identificados en la capital italiana son socios, serán expulsados y ese es el ejemplo que hay que dar. Los que no sean socios que nunca tengan entradas ni puedan acercarse al Athletic. Tolerancia cero.
Tomar medidas
Más allá de la expulsión, será la justicia quien tome cartas en el asunto, pero el Athletic debe cuidarse de contar en sus gradas con este tipo de elementos. Los encargados de seguridad del club y la Ertzaintza conocen perfectamente quién es quién y a qué se dedican en La Catedral y fuera de casa. Hay que dejar de mirar para otro lado sea cual sea el peaje.
Jon Uriarte y su Junta Directiva están obligados a dar un paso al frente. Han demostrado en el pasado que no les tiembla pulso al mandar mensajes a los implicados con el tema de las multas de La Liga o pidiendo respeto al himno español durante la Final de Copa.
Ahora hay que pasar de las palabras a los hechos. Mandar un mensaje contundente al exterior, pero también de consumo interno. Ese comportamiento no puede salir gratis. No queremos socios ni aficionados así siguiendo al Athletic porque cada jueves europeo se puede convertir en un Via Crucis para todos.
Por supuesto hay que denunciar los ataques que sufre nuestra afición, como sucedido en el Trastevere con indeseables del equipo romano, pero cada uno debe barrer su casa. Nada justifica el lanzamiento de bengalas a la grada, donde por cierto también había aficionados zurigorri para más inri.
¡Basta ya!