El Museo Guggenheim Bilbao acoge, desde este sábado y hasta el 16 de marzo de 2025, con el patrocinio de BBK, la exposición ‘Paul Pfeiffer: Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad’, la mayor muestra dedicada en Europa a este artista en la que, a través de una treintena de obras, el creador hawaiano indaga en la relación entre imagen, espectáculo de masas y sentimiento de pertenencia.
La muestra, que ha sido presentada este viernes en el museo, ha contado con la presencia del artista, del director general del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, y de los curator que han propiciado esta exposición, que recorre toda su trayectoria, desde sus inicios a finales de los noventa a la actualidad y creaciones que lo sitúan como «uno de los autores más influyentes» del arte actual.
La exposición está comisionada por Clara Kim, Curator Jefa & Directora de Curatorial, y Paula Kroll, Asistente Curatorial, The Museum of Contemporary Art, Los Ángeles, en colaboración con Marta Blàvia, curator del Museo Guggenheim Bilbao.
Nacido en 1966 en Honolulú (Hawai) y residente en Nueva York, su «práctica multidisciplinar que abarca vídeo, fotografía, escultura e instalación, plantea cuestiones relacionadas con el espectáculo, la pertenencia y la diferencia», según han indicado desde el museo.
Reconocido sobre todo por sus «incisivos vídeos con imágenes extraídas de un mundo saturado por los medios», Pfeiffer analiza la manera en que las imágenes dan forma a los espectadores que las consumen.
Aunque, tal como el propio artista explica, «siempre surge la misma pregunta en torno a quién utiliza a quién o si es la imagen la que nos hace a nosotros o somos nosotros quienes hacemos las imágenes».
Tal y como ha resaltado Juan Ignacio Vidarte en la presentación, la «diestra manipulación» de Pfeiffer de metrajes tomados de eventos deportivos, conciertos o películas de Hollywood, mediante el empleo de viejos programas de ordenador de edición digital, «revelan las estructuras que han dado forma a la memoria colectiva, a sus miedos y deseos reprimidos».
Además, ha subrayado Vidarte, sus obras «anticiparon la circulación masiva de breves clips de vídeo o la prevalencia de los GIFs en la actualidad».
Igualmente ha recordado que a Pfeiffer le interesa «la forma arquitectónica del estadio o el escenario para mostrar, no solo cómo se erigen los grandes espectáculos, sino también cómo se define y se cuestiona el cuerpo político (de una nación, de una comunidad, de la sociedad) en relación con dichos entornos».
ORIGEN DEL TÍTULO
En toda su obra, el creador hace referencia a la realización cinematográfica y a la cámara como dispositivo, a menudo recordando escenas icónicas que se encuentran grabadas en nuestra memoria colectiva.
El título de la muestra, «Prólogo a la historia del nacimiento de la libertad», procede de un momento clave en la historia mediática estadounidense, en que Cecil B. DeMille, director del filme Los diez mandamientos -en el momento de su estreno en 1956 la película más cara de la historia- explicaba al inicio su drama épico-religioso.
Pfeiffer recurre en sus obras a figuras e iconos globales, como estrellas de música pop, como Michael Jackson o Justin Bieber, actores o deportistas cuyos cuerpos, explica el artista, «se sitúan en la intersección entre la veneración y la cosificación que sustenta la cultura de masas».
Este empleo de la cultura de los famosos habla también de la difusión global y el consumo de imágenes. Su trabajo dilucida cómo los mecanismos relacionados con la audiencia, desde los espacios arquitectónicos hasta la retransmisión o posproducción de las imágenes, dan forma a nuestro sentido de identidad, de comunidad, y en ocasiones, de nacionalidad.
Recreando o reescenificando experiencias comunes en las que se exacerban las emociones y donde lo individual queda relegado, el artista demuestra cómo estos eventos inducen sentimientos de pertenencia y de identidad, al tiempo que subrayan las cuestiones siempre presentes de diferencia y alteridad.
Los cambios de escala que Pfeiffer imprime en sus creaciones, que van de la miniatura a las enormes dimensiones, «desestabilizan» la relación «natural» predeterminada entre público y objeto, buscando hacer consciente al espectador de «nuestros cuerpos en relación con el resto del mundo y de la naturaleza construida de la información que consumimos».
Así, sus primeras obras en vídeo y fotografía, que definieron toda una era, exigen una contemplación íntima y próxima, mientras que sus últimos experimentos en la escultura y la instalación generan encuentros colosales e inmersivos.
COMPONENTE BIOGRÁFICO
La propia biografía y experiencia vital del artista, cuya infancia transcurrió entre las Filipinas y Estados Unidos, proporcionan al artista una perspectiva más amplia y transnacional de la identidad estadounidense.
En este sentido, Pfeiffer está muy comprometido con el contexto filipino y su fusión de tradiciones raciales, religiosas y culturales, marcada por el legado del colonialismo como antigua colonia española y posteriormente como territorio estadounidense, y también por la migración global por motivos laborales en tiempos más recientes.
Tal y como explican desde el museo, «estos estratos temporales e históricos influyen no solo en su trabajo a lo largo de toda su carrera, sino en su posicionamiento en relación con la diáspora y su capacidad de hablar sobre una construcción más compleja de la identidad.
Igualmente, le llevan a reflexionar sobre la forma de «percibir una política de la visibilidad conformada por los medios de comunicación de masas y los mecanismos de construcción de imágenes, por los rituales colectivos del entretenimiento y el espectáculo, por la cultura popular y por los aspectos compartidos y diferenciales que generan estos procesos».