

Un equipo de investigadores de la Fundación Champalimaud de Portugal ha demostrado que basta un simple vídeo para adentrarse en los pensamientos de un ratón. El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, ha utilizado técnicas de aprendizaje automático (machine learning) para descifrar cómo los movimientos faciales de los roedores reflejan su actividad mental, abriendo una nueva vía en el conocimiento del cerebro… y también en los debates sobre la privacidad mental.
El rostro como espejo de la mente
Los científicos comprobaron que, al igual que las emociones humanas se manifiestan de forma visible, los ratones también expresan sus estrategias mentales a través de pequeños gestos en su cara. Durante el experimento, los animales debían resolver un puzzle con dos surtidores de agua, uno de los cuales ofrecía una recompensa azucarada. Al cambiar la posición del premio, los ratones se vieron obligados a adaptar sus decisiones y estrategias.
“Nos sorprendió descubrir que podíamos obtener tanta información sobre lo que el ratón estaba ‘pensando’ como si registráramos la actividad de decenas de neuronas”, explicó Zachary Mainen, investigador principal de la Fundación Champalimaud. “Tener un acceso tan sencillo al contenido oculto de la mente podría impulsar enormemente la investigación del cerebro. Pero también debemos empezar a pensar en cómo proteger nuestra privacidad mental”.
La Inteligencia Artificial, clave para leer pensamientos
El equipo grabó en vídeo los movimientos faciales y la actividad neuronal de los ratones, y aplicó algoritmos de Inteligencia Artificial para analizar los datos. El resultado fue sorprendente: los gestos del rostro ofrecían tanta información sobre las estrategias mentales como las propias neuronas.
“Lo más llamativo fue que los patrones faciales eran muy similares entre ratones distintos”, señaló Davide Reato, coautor del estudio y actualmente investigador en la Universidad de Aix-Marsella. “Esto sugiere que ciertos patrones de pensamiento podrían reflejarse en el rostro de manera estandarizada, igual que las emociones”.
Una nueva forma de estudiar el cerebro… y nuevos dilemas éticos
Para los autores, esta investigación abre el camino hacia métodos no invasivos que permitan comprender mejor el funcionamiento del cerebro, tanto en estados saludables como en enfermedades neurológicas. Sin embargo, advierten de que la omnipresencia de las cámaras y el avance de la IA obligan a reflexionar sobre cómo proteger la intimidad de la mente.
“Los vídeos no solo registran comportamientos —también pueden ofrecer una ventana detallada a la actividad cerebral—”, recordó Alfonso Renart, investigador de la Fundación Champalimaud. “Es un avance apasionante desde el punto de vista científico, pero también plantea la necesidad de establecer normas que garanticen la privacidad mental”.