Ahmad y Ayoub llegaron a la península desde Melilla. Uno, favorecido por la pandemia del COVID: «No me dejaron regresar a Melilla por el cierre de fronteras y eso me benefició». Y el otro pasó en ferry escondido en los bajos de un camión hasta Málaga: «Pasé mucho miedo. Hemos sufrido pero al final hemos tenido suerte y estamos aquí, intentando formarnos y trabajar». El proyecto ABEGIGUNE les asegura un desayuno y una merienda. Y también clases de español, junto a asesoramiento legal para legalizar su situación y acceder a centros formativos. Muchos de los jóvenes atendidos habitualmente viven en situación de calle. Como Ahmad: «Yo duermo en una tienda de campaña».
Servicio saturado
Aunque en la parroquia de San Nicolás de Algorta tienen experiencia en acoger jóvenes migrantes desde hace 12 años, el proyecto ha tomado su impulso definitivo este año. Aintzane Monteverde es la presidenta de la asociación San Nicolás Zabalik: «Estamos desbordados a tope. Pero llegamos a lo que llegamos y entonces la situación en este momento es que estamos dando a 58 chicos, desayunos o meriendas. Y apuntados a las clases de castellano están cerca de 93 personas. Algunos tienen recursos propios y van a comer al albergue municipal o a los comedores de Cáritas. Pero en ABEBIGUNE nos centramos más en los jóvenes que duermen en la calle». Por su parte, Pilar Grijalba es profesora de castellano: «Al principio no sabía si era capaz o no de dar clases de castellano, porque nunca antes lo había hecho. Pero me quedé enganchada porque son unos alumnos maravillosos. Son unos chicos que quieren aprender «.
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