Hablamos con Rosa e Iraide, vecinas de la Ribera

La transformación de Zorrozaurre se ve como una obra que no va a tener fin

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Desbordadas por las obras: en la Ribera de Deusto claman por una mejora urgente en su calidad de vida

En Zorrozaurre conviven las viviendas tradicionales con nuevas construcciones / RADIO POPULAR/ HERRI IRRATIA
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La transformación de  Zorrozaurre es un proyecto urbanístico que ha comenzado hace años y cuyo final parece aún lejano. Pero afecta a los habitantes de la Ribera de Deusto. Rosa e Iraide, dos vecinas del barrio, han expresado su descontento por la falta de soluciones mientras las obras siguen avanzando lentamente. Se han cerrado parques, se reestructuran espacios públicos y se nota la falta de infraestructuras adecuadas para los residentes actuales: «Nos parece que están proyectando cuál es el futuro y cómo va a ser eso, pero no se están dando cuenta que la gente estamos viviendo aquí con un montón de problemas» comenta Rosa, quien a sus 67 años considera que no verá el final de las obras, que parecen no tener fin.

¿Y cuándo terminarán las obras?

Las vecinas se sienten desbordadas y desinformadas sobre el futuro de Zorrozaurre. Según Rosa, la falta de plazos claros hace que los residentes no sepan cuándo podrán disfrutar de las mejoras prometidas. La transformación de la zona incluye la construcción de nuevos edificios y viviendas, lo que multiplicará la población del área. Sin embargo, los vecinos no cuentan con infraestructuras básicas, como calles asfaltadas y accesos adecuados.

Problemas con el transporte y las infraestructuras

Las vecinas también han señalado que el acceso a las nuevas urbanizaciones se ha asfaltado. Pero los residentes actuales deben convivir con caminos de piedras y semáforos mal ubicados. Además, el horario del autobús, que antes pasaba cada 30 minutos, solo se ha reducido a 20 minutos. Pero aún así solo llegan a Deusto, no a Bilbao: «Nos tienen olvidados».

Falta de espacios de esparcimiento para los más pequeños

Uno de los temas que más preocupan a Rosa e Iraide es la falta de espacios de esparcimiento para los niños. El antiguo parque y campo de fútbol han sido eliminados debido a las obras. Y aunque el Ayuntamiento prometió acondicionar un espacio en noviembre, aún no hay avances. Los niños ahora juegan en una pequeña zona, muy alejada de lo que antes era un gran espacio de recreo.

El parque sobre el tanque de tormentas

Otra de las promesas incumplidas es la de la creación de una plaza sobre el tanque de tormentas. Un proyecto que inicialmente fue bien recibido por los vecinos, pero que finalmente ha sido desechado. Según las vecinas, el Ayuntamiento les ofreció la oportunidad de presentar un diseño para la plaza, pero tras varios meses de trabajo y colaboración con la Universidad de Diseño KUHNSTAL, la propuesta ha sido rechazada sin explicación alguna.

Las inundaciones: ¿Solución a la vista?

Uno de los motivos detrás de las obras es la protección contra las inundaciones que históricamente han afectado a la Ribera de Deusto. La construcción de un tanque de tormentas ha sido presentada como la solución para evitar futuros desastres. Sin embargo, las vecinas no están convencidas de que esta medida vaya a ser efectiva, ya que la zona sigue siendo susceptible a inundaciones.

El debate sobre el pretil

Las vecinas también han hablado sobre el futuro del pretil que bordea la ría. El proyecto incluye una ampliación de este muro, lo que ha generado división entre los residentes. Mientras algunos lo ven como una necesidad para protegerse de las inundaciones, otros consideran que cambiará la esencia del barrio y la vista a la ría. Rosa e Iraide coinciden en que, aunque el pretil puede ser necesario, el Ayuntamiento debería haber consultado a los vecinos antes de tomar decisiones que afectan su vida cotidiana.

La falta de soluciones para el aparcamiento

En cuanto al aparcamiento, las obras no han previsto una solución para los residentes que luchan por encontrar espacio para aparcar sus vehículos. Aunque algunas plazas de aparcamiento están siendo construidas, se trata de una inversión muy cara y, en muchos casos, los vecinos ni siquiera tienen acceso a ellas: «Te cobran 40.000 euros por tres rayas».


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