El fenómeno del calzado barefoot, también conocido como calzado respetuoso o minimalista, ha ganado gran popularidad, especialmente entre los más pequeños, aunque también está comenzando a llamar la atención de los adultos. Este tipo de calzado busca imitar la sensación de caminar descalzo, algo que, como su nombre indica, está relacionado con la práctica de ir sin zapatos, pero de una forma más controlada y saludable para el pie.
Características del calzado barefoot
El calzado barefoot se caracteriza por tener una suela muy fina y flexible, sin un drop, lo que significa que la altura del talón es igual a la de la punta del zapato. Estas características permiten que los dedos de los pies tengan más espacio para moverse, algo especialmente importante para los más pequeños, como señala el podólogo Adrián Castilla Ugarte, del hospital Vithas de Vitoria. «Los estudios evidencian que este tipo de calzado favorece el desarrollo de la morfología del pie en los niños«, asegura.
El calzado barefoot en adultos: ¿una moda o un cambio de paradigma?
Aunque el fenómeno comenzó en el calzado infantil, hoy en día ya existen modelos para adultos. En este segmento, el calzado barefoot ha sido más difícil de incorporar, principalmente debido a su estética. Muchos lo consideran menos atractivo, ya que se caracteriza por tener una puntera más amplia y una forma más redondeada. Sin embargo, como explica Adrián, «el principal beneficio de este calzado es su puntera amplia y flexible, con un drop cero, lo que permite una mejor adaptación al terreno y a las superficies». A pesar de que visualmente pueda sorprender, los beneficios que ofrece en términos de salud podológica son cada vez más reconocidos.
Juanetes y otras patologías
Uno de los problemas más comunes relacionados con el calzado tradicional es la aparición de juanetes, una afección que se ve favorecida por el uso de zapatos con punteras estrechas. «Una puntera estrecha va a deformar el dedo, favoreciendo el desarrollo de juanetes», comenta el experto. Esta deformidad no solo afecta a la estética, sino que también puede alterar la postura corporal y generar otros problemas de salud. En este sentido, el calzado barefoot puede contribuir a aliviar o prevenir estas patologías, al ofrecer un espacio más amplio para los dedos.
¿Cómo adaptarse al calzado barefoot?
La transición al calzado barefoot no es inmediata. Según los estudios, se recomienda un período de adaptación de entre dos y cuatro meses. Durante este tiempo, es importante no sustituir el calzado tradicional de manera drástica, sino ir incorporando el barefoot poco a poco. «La adaptación debe ser gradual, intercalando con el calzado tradicional para evitar molestias o lesiones», añade Castilla. De esta forma, se minimizan los riesgos de dolor o lesión al comenzar a usar este tipo de calzado.
El uso de calzado barefoot está ganando terreno entre los más pequeños, ya que sus pies se desarrollan de manera más natural. «El calzado barefoot es ideal para que los niños aprendan a adaptarse a diferentes superficies», apunta Adrián. Sin embargo, no es adecuado para todas las personas. Aquellos con patologías específicas deben consultar con un especialista antes de optar por este tipo de calzado.
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