El terremoto registrado en la madrugada del lunes en Iruña de Oka (Araba), de magnitud 4, ha sido el de mayor magnitud instrumentalmente medida en Euskadi, pero los especialistas insisten en que el territorio sigue siendo una zona de «estabilidad sísmica» y que no hay motivos para la alarma, tal y como ha subrayado el geólogo Imanol López Díaz, director de la cooperativa Ekobideak.
El mayor seísmo registrado en Euskadi
López ha recordado que, desde que existen registros modernos, el seísmo de Iruña de Oka ha sido «el de mayor magnitud, de 4 grados», y que para encontrar un precedente comparable hay que mirar a Gasteiz en 1965, cuando se ha registrado un terremoto de 3,5. Aun así, el geólogo ha insistido en que Euskadi «es una zona que tiene estabilidad sísmica» y que a lo largo de la historia reciente solo se han registrado alrededor de un centenar de temblores, en su mayoría de baja magnitud.
El experto ha señalado que el País Vasco no se encuentra sobre un gran enjambre de fallas activo como ocurre en otros territorios del planeta. Sin embargo, ha explicado que la cercanía a Pirineos hace que zonas como Araba, Gipuzkoa o Nafarroa registren de forma más habitual pequeños terremotos. De hecho, ha recordado que este mismo año ya se han detectado otros seísmos en la cornisa cantábrica, incluso en áreas de Karrantza y Sopuerta.
Magnitud, intensidad y lo que ha pasado en Iruña Oka
Para entender mejor lo ocurrido, López ha diferenciado entre magnitud e intensidad. «La magnitud es el movimiento de energía liberado por una falla y lo detecta una máquina», ha explicado. La intensidad, en cambio, tiene que ver con lo que percibe cada persona que vive el temblor y se mide a partir de encuestas que cumplimenta la población.
En el caso de Iruña de Oka, la magnitud definitiva se ha fijado en 4, mientras que la intensidad sentida por la población se sitúa entre los grados 4,5 y 5 en la escala utilizada por los sismólogos. Esa diferencia se debe precisamente a la percepción subjetiva de quienes han notado el temblor en distintos municipios.
El director de Ekobideak ha explicado que el epicentro se ha localizado en la zona de Tres Fuentes, donde los mapas geológicos muestran numerosas fallas. La hipótesis actual señala que una de esas fracturas se ha movido en un tramo de alrededor de kilómetro y medio o dos kilómetros, liberando una gran cantidad de energía en muy poco tiempo y generando el seísmo.
Un terremoto muy superficial y más llamativo que dañino
Otro de los factores clave ha sido la profundidad. En un primer momento se ha hablado de un movimiento prácticamente en superficie, y los datos apuntan a que el temblor se ha producido a menos de un kilómetro de profundidad. «Los terremotos más superficiales tienden a ser más dañinos», ha reconocido López, pero en este caso la magnitud ha sido lo bastante baja como para que el episodio se haya quedado en un susto.
En estos días también se ha repetido una comparación llamativa: la energía liberada por el terremoto de Araba se ha equiparado a la de las bombas de Hiroshima. El geólogo ha matizado que esa equivalencia se refiere solo a la energía física liberada, no a la capacidad destructiva real del seísmo, muy limitada en este caso.
Edificios preparados hasta magnitud 6
López ha recordado que el Estado español cuenta desde los años 60 con una norma sismorresistente que obliga a que los edificios se diseñen para soportar seísmos asociados a la realidad sísmica de la península. «Todos los edificios deben cumplir esa norma a nivel estructural», ha indicado, lo que significa que pueden producirse caídas de armarios, lámparas o elementos de fachada, pero la estructura del inmueble tiene que mantenerse estable.
El ejemplo más reciente se ha visto en el terremoto de Lorca de 2011, donde se ha comprobado que muchos edificios dañados eran anteriores a la implantación de esa normativa. En el caso de Euskadi, López ha subrayado que la norma vigente permite que las construcciones resistan seísmos de hasta magnitud 6, muy por encima de lo registrado en Iruña Oka. «En un país con norma sismorresistente, un seísmo como el de Araba se queda en un susto», ha resumido.
Los tsunamis se pueden avisar, los terremotos no
Preguntado por la posibilidad de prever estos fenómenos, el geólogo ha sido tajante: a día de hoy no existe ninguna herramienta capaz de predecir cuándo y dónde va a producirse un terremoto. «No tenemos ninguna máquina ni ningún medio que nos pueda predecir en qué momento nuestro suelo va a fracturarse y liberar energía», ha explicado.
Sí se puede, en cambio, activar sistemas de alerta temprana ante posibles tsunamis, como hacen de forma habitual países como Japón, donde los terremotos son cotidianos. Cuando un seísmo de gran magnitud se produce en zonas costeras, los servicios de protección civil emiten avisos a la población por si se genera una gran ola. Pero el propio terremoto sigue siendo imprevisible.
En territorios con un historial sísmico muy amplio, como Japón, Turquía o Chile, la comunidad científica maneja estadísticas sobre la recurrencia de grandes seísmos. En el caso del País Vasco, la base de datos histórica es mucho más limitada y no permite anticipar si dentro de 10 o 100 años se va a producir un nuevo terremoto de magnitud similar o superior.
De la falla de San Andrés al crecimiento del Everest
López ha aprovechado la conversación para desmontar algunas ideas muy extendidas sobre terremotos, alimentadas en parte por el cine. Se ha referido, por ejemplo, a la famosa falla de San Andrés, en la costa oeste de Estados Unidos, a menudo retratada como el escenario de un cataclismo inminente. «En esa zona hay terremotos todos los días, pero los movimientos de las placas son muy lentos», ha señalado.
El geólogo ha recordado que las placas tectónicas de la Tierra se desplazan apenas unos centímetros al año. Es el caso de la placa índica, que empuja contra la placa euroasiática y hace que el Everest crezca unos milímetros cada año. Esos movimientos son imperceptibles en la vida cotidiana, pero de vez en cuando liberan energía en forma de terremotos como el que se ha sentido en Araba.
La Tierra se mueve aunque no queramos
Para López, episodios como el de Iruña de Oka sirven para recordar que la Tierra tiene sus propios ritmos, muy diferentes a los tiempos humanos. Ha reconocido que no encaja bien con nuestra idea de la propiedad del suelo y de un terreno fijo e inamovible, pero ha insistido en que el planeta está en constante cambio, aunque la mayor parte del tiempo no lo percibamos.
Desde Ekobideak, cooperativa vizcaína dedicada al geoturismo, la educación ambiental y la divulgación científica, trabajan precisamente en acercar estos procesos naturales a la ciudadanía mediante salidas de campo, visitas guiadas y talleres. La charla sobre el terremoto de Araba se ha sumado a ese esfuerzo por entender mejor cómo funciona la Tierra y cómo se sienten, a escala local, los movimientos de un planeta vivo.
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