El economista y director del Máster Inmobiliario de la Universidad de Barcelona, Gonzalo Bernardos, afirma en EgunOn Bizkaia que el mercado de la vivienda vive un boom, no una burbuja, porque los precios no han caído tras subir. Atribuye la tensión al fuerte desequilibrio entre oferta y demanda y a decisiones políticas que han retraído el alquiler. Bernardos ha explicado que una burbuja se produce cuando los precios suben con fuerza y después caen. Si esa bajada no se da, hablar de burbuja es incorrecto, sostiene. “Lo que tenemos es un boom inmobiliario derivado principalmente de una escasísima oferta”, apunta.
El invitado ha señalado que el Gobierno central, “principalmente por Yolanda Díaz”, ha impulsado medidas que han ido contra los propietarios y han reducido el parque de alquiler. Desde 2024, aprecia que el precio del alquiler es superior a la cuota hipotecaria por la misma vivienda en la mayoría de capitales, lo que provoca un trasvase desde el alquiler hacia la compra. Vincula este cambio a la imposibilidad de desahuciar a personas consideradas “vulnerables”, medida que comenzó en 2020 y sigue vigente.
Según detalla, una persona sin hijos puede ser vulnerable con 1.612 euros de ingresos; con hijos, el umbral sube y alcanza incluso los 2.000 euros en algunos supuestos si el 30% se destina al alquiler y suministros. Esta definición genera inseguridad entre propietarios, añade, y retrae la oferta. Resultado: “alquileres prácticamente al cielo” y traslado de demanda a la compra.
La banca no repite los excesos de 2007
En la comparación histórica, recuerda que en 2007 los bancos concedían hipotecas con condiciones muy laxas, mientras que ahora las entidades no están cometiendo “barbaridades”. Calcula que 350.000 personas quieren vivienda nueva frente a, como mucho, 170.000 unidades disponibles, desequilibrio que empuja también la usada. Aporta además dos referencias: entre 16 y 29 años, el 59% había comprado vivienda en 2007; en 2024, es el 27%. Entre 30 y 44 años, había comprado el 75% y ahora se sitúa en el 57%. Con tipos del 4,5%, estima “un millón de hogares” en demanda de reserva.
Zonas tensionadas y topes: “son equivocaciones”
Sobre medidas como declarar zonas tensionadas, fijar límites de precio, frenar pisos turísticos o acotar la compra por grandes fondos, Bernardos opina que son “equivocaciones”. Recuerda que el control de alquileres se aplicó en España entre 1920 y 1985 y eliminó de facto el mercado: los propietarios no ofrecían pisos en arrendamiento por contratos indefinidos, subrogaciones y dificultades para recuperar la posesión.
El caso de Barcelona ilustra los efectos
En Cataluña, describe, muchas agencias no publican viviendas de alquiler en portales porque tienen listas de espera: los interesados aceptan pagar honorarios pese a la ley, ofrecen por encima del control de precios y adelantan 3.000 a 6.000 euros para generar confianza. Añade que en Barcelona se ven tiendas de campaña en parques cerca de Sants y que las universidades están perdiendo alumnado por falta de alojamiento asequible.
Las soluciones que propone
Como vía de salida, plantea un cambio radical en la intervención pública sobre la promoción: pide acortar plazos de licencias urbanísticas —que han llegado a dos años en algunos lugares— y aboga por incentivar a los propietarios para poner viviendas en alquiler. Sugiere “convertir el alquiler en un bono del Tesoro” con mayor rentabilidad y que, a quince años, la Administración pague la mitad de la reforma del piso.
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