Halloween: de fiesta pagana a fenómeno pop. Hoy en EgunOn Magazine hablamos sobre las curiosidades de una noche muy especial. Empezando por sus orígenes. Y es que algunos sitúan su origen hace más de 2000 años. La fiesta que hoy en día conocemos como Halloween en Samhain (pronunciado sam- win), propia de las culturas celtas. Pero había similares en otros lugares, por eso cada año nos recuerdan que aquí también había versiones parecidas. Aquí podemos ver la tensión entre los que dicen que en el fondo es de aquí y los de la fiesta importada (también lo son las patatas y nos sigue gustando la tortilla). Era una noche en la que se pensaba que se difuminaba la separación con el más allá. Fue la migración desde Irlanda y Escocia a Norteamérica la que lleva la tradición y poco a poco fue adoptando un tono diferente.
El por qué de los disfraces
Aquí son varias las teorías al respecto. Se entendía que el mundo de los muertos, de los dioses y los demonios se volvía visible a nuestro mundo terrenal. Por ello, había que disfrazarse para camuflarse, para que los espíritus no pudieran distinguir. Y así empezó también una parte más lúdica de gastarse bromas y echarle la culpa a los espíritus. Hay que decir que estos eran disfraces que ahora sí que nos darían escalofríos, daban miedo de verdad, no eran la cosa pop que tenemos ahora, que muchos disfraces no dan para nada miedo. Un buen ejemplo se encuentra en los más populares de este año en USA:
- BARBIE
- PRINCESA
- SPIDER-MAN
- BRUJA
- HADA
- MIÉRCOLES ADDAMS
- DINOSAURIO
- COWBOY
- NINJA
- CONEJO
¿Truco o trato?
Esto lo hemos visto muchas veces en las películas y cada vez es más popular incluso en Bilbao (aunque sea más en comercios que en casas). Hay varios posibles orígenes desde agasajar a los espíritus hasta calmar a los vándalos. Eso sí, está tan extendido que según un estudio de YouGov uno de cada cinco adultos simula no estar en casa durante la noche de Halloween.
La América rural enseguida abrazó Halloween y cada vez fue más exitoso en la urbana. Y como tantas fiestas, la clave fue que el capitalismo se pusiera a remar a favor de obra. En los años 40 se empezaron a popularizar los disfraces de personajes de la floreciente cultura pop. La industria de los disfraces se convirtió en un pilar de Halloween. A partir de ahí, su crecimiento resultaría imparable.
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