La huelga de batas blancas en Osakidetza ha arrancado con fuerza y ha dejado ya sus primeros efectos en los hospitales vascos, con decenas de cirugías no urgentes aplazadas y consultas alteradas desde primera hora de la mañana. Miles de médicos están llamados a secundar cuatro jornadas de paros para reclamar que se reconozca todo su trabajo y se actualicen sus condiciones laborales.
Horas extra que no cuentan
En los micrófonos de Radio Popular, el anestesista Eduardo Mongil, delegado del Sindicato Médico de Euskadi en el Hospital de Galdakao, ha resumido la primera gran reivindicación del colectivo: que todas las horas trabajadas coticen a la Seguridad Social.
Actualmente, los facultativos tienen una jornada ordinaria y una parte importante de horas extraordinarias, especialmente las guardias obligatorias, que no se tienen en cuenta de la misma manera. Mongil ha denunciado que esas horas extra «no cotizan para la Seguridad Social» y ha recordado que, semana a semana, suponen un volumen muy elevado de trabajo real.
El anestesista ha subrayado que el objetivo no es solo económico, sino también de futuro. Si todas las horas figurasen como trabajadas, los médicos podrían decidir su jubilación entre los 60 y los 70 años, una vez completados los años de cotización. «Pedimos libertad para jubilarse cuando cada profesional quiera, después de haber cotizado todas las horas que realmente ha trabajado», ha insistido.
Reconocimiento profesional en la categoría A+
La segunda gran demanda pasa por el reconocimiento profesional. Los médicos reclaman ser incluidos en la categoría A+ del personal público, la más alta del escalafón. Mongil ha recordado que para llegar a ejercer han tenido que completar entre 11 y 12 años de formación: seis años de carrera, un año de MIR y cuatro o cinco años de especialidad.
A esa larga trayectoria formativa se suma la responsabilidad diaria que asumen en los quirófanos, en las plantas y en los centros de salud. «Por el tiempo de formación que tenemos y por la responsabilidad de nuestro puesto, creemos que debemos estar en esa categoría profesional», ha señalado.
Guardias de 24 horas y estatuto propio
El tercer bloque de reclamaciones se centra en la organización de las guardias y en la necesidad de un estatuto marco propio para el colectivo médico dentro de la sanidad pública.
Mongil ha descrito unas guardias que, en muchos casos, se prolongan durante 24 horas seguidas. En un día laborable, el médico realiza su jornada de 8:00 a 15:00 y enlaza con la guardia hasta las 8:00 del día siguiente. En fines de semana o festivos, entra por la mañana y no termina hasta la mañana siguiente: «Estás 24 horas», ha explicado.
El anestesista ha remarcado que, en la práctica, esas guardias suelen ser 24 horas de trabajo real, con muy pocas ocasiones para descansar. «No es lo mismo operar a las 10 de la mañana que a las 4 de la mañana, después de muchas horas seguidas», ha reconocido, subrayando el impacto que tiene el cansancio en la calidad asistencial.
Por ello, el colectivo plantea regular las guardias, reducir su duración máxima y adaptar su organización al tamaño de cada hospital o ambulatorio. Reclaman también que todas esas horas, tanto de guardia como de jornadas extra en Atención Primaria, computen como tiempo trabajado y coticen a la Seguridad Social.
Estatuto marco propio para negociar con la administración
Los médicos piden contar con un estatuto propio que recoja la penosidad de la profesión, sus riesgos laborales, la especificidad de su formación y las particularidades de su jornada. Ese marco permitiría a los facultativos negociar directamente con las administraciones las condiciones de su trabajo.
Mongil ha lamentado que, al ser un colectivo numéricamente minoritario dentro de una sanidad pública muy amplia, la representación de los médicos quede diluida. Recalca que no quieren «quitar derechos a nadie», pero sí disponer de voz propia para acordar mejoras organizativas hospital a hospital y centro de salud a centro de salud.
Según ha apuntado, muchas de las medidas que proponen no implican necesariamente más presupuesto, sino una mejor planificación de recursos y horarios. «Lo que pedimos es que nos escuchen», ha resumido.
Fuga de talento y falta de planificación
La huelga también pone el foco en la falta de médicos y en la salida de profesionales al extranjero. Mongil ha defendido que el sistema sanitario forma a médicos muy bien valorados fuera del Estado, pero que después resulta difícil fidelizar a esos profesionales si las condiciones laborales no resultan atractivas.
A su juicio, haría falta una planificación a medio y largo plazo de las necesidades de médicos en todo el Estado, así como una mejora de las condiciones para evitar esa fuga de talento. Ha recordado que, además de la labor asistencial, los facultativos realizan una formación continuada constante, muchas veces en su tiempo personal y sin un reconocimiento explícito.
«Cuando luego vas al supermercado no pagas con la tarjeta de la vocación, pagas con la tarjeta de crédito», ha ironizado, para ilustrar la brecha entre la alta exigencia del trabajo médico y el reconocimiento real que recibe.
«No queremos privilegios, solo no estar los últimos en derechos»
Desde el Sindicato Médico de Euskadi insisten en que las reivindicaciones que han llevado a los profesionales a la huelga son «lógicas» y «legítimas». Mongil ha recalcado que la de médico es una profesión vocacional, con un alto nivel de compromiso con los pacientes, y que precisamente por eso la decisión de ir a la huelga ha sido muy difícil.
El anestesista ha resumido así el sentir de muchos compañeros: «No queremos ningún privilegio, pero no queremos estar los últimos de la fila en cuanto a derechos». Los médicos mantienen para estos días distintas movilizaciones y manifestaciones, mientras esperan que el Ministerio y las consejerías autonómicas abran la puerta a la negociación para abordar de manera específica sus condiciones laborales y el reconocimiento de todo el trabajo que realizan.
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