Fundación Vicente Ferrer

Tarea en Anantapur, India

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Moncho Ferrer: «La acción buena nunca se pierde, queda en un lugar del mundo para siempre»

Moncho Ferrer, Director de Programas Globales de la Fundación Vicente Ferrer / Radio Popular - Herri Irratia
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Moncho Ferrer cuenta que su padre, Vicente Ferrer, le decía «Si yo hablase telegu como tú lo hablas, haría milagros». El telegu es la lengua local de los estados indios de Andhra Pradesh y Talangana, al sur de India, y es una de las lenguas natales de Moncho Ferrer. Porque él nació y creció en Anantapur, la ciudad del infinito, en Telegu. «Vicente Ferrer demostró que su poder no era un milagro ni un producto del azar. Era fruto de la convicción de que solo avanzaremos si lo hacemos colectivamente», explica convencido de que el legado de su padre no es el resultado de ningún prodigio. Moncho afirma que «la acción buena nunca se pierde, queda en un lugar del mundo para siempre». Moncho está en el País Vasco visitando los proyectos y encontrándose con los colaboradores y voluntarios de la Fundación Vicente Ferrer.

Una historia personal

Moncho Ferrer es el segundo de los tres hijos de Vicente Ferrer y Anna Ferrer. Nació y creció en Anantapur junto con sus hermanas Tara y Yamuna. Con 12 años se trasladó a estudiar a la koidakanal International School, en el estado de Tamil Nadu, un centro en el que el alumnado bebía tanto de la cultura asiática como de la occidental.

Su infancia transcurrió en Anantapur y, desde muy pequeño, supo qué significaba la pobreza y la discriminación. Una anécdota lo marcó: un día jugaba en la calle junto a sus amigos. Hacía mucho calor y tenían sed. Se acercaron a una casa a pedir agua y a él se la dieron en un vaso, mientras que a sus amigos se la sirvieron en las manos. Moncho pensó que en la casa sólo había un vasco. Pero, al salir, sus amigos le hicieron notar que ellos eran dalits y no podían beber en el mismo vasco que el resto de la gente. El dolor que vio en los ojos de sus amigos sintetizó a la perfección el por qué de la lucha de sus padres contra la discriminación y la pobreza extrema en la India.

Se licenció en Relaciones Internacionales en el Reino Unido, con 26 años acabó sus estudios y regresó a Anantapur. Cuenta que su padre nunca le forzó a volver, pero que regresó por convencimiento. «Fue mi decisión, algo natural. Creo en mi pueblo, en mi gente. Es un honor y un privilegio». MI padre fue un hombre de acción.

Un compromiso que perdura hasta hoy. Hasta el punto que, ahora, Moncho representa el futuro de la Fundación Vicente Ferrer, FVF. «La muerte de mi padre supuso el fin de una era, pero no de sus sueños». En 2009 se convirtió en el Director de Programas de la organización que apoya a cerca de tras millones de personas en el sur de la India. «Quiero hace cosas que puedan mejorar la vida de las personas de Anantapur».

Tarea

Moncho Ferrer, Director de Programas Globales de la Fundación Vicente Ferrer

India es una economía importante a nivel internacional pero no hay olvidar que hay millones de persona que viven en pobreza extrema. «India es un país de contradicciones siempre. Es un país tan grande pero es un país de pequeñas cosas», afirma Moncho.

Señala que la pandemia ha enseñado tres aspectos. «El medio ambiente y el cambio climático. Debe ser un reto en el futuro. Violencia de género. Ir hacia la igualdad de género. Y la solidaridad. Hay que trabajarla juntos y de forma cercana. Pensando en el otro no solo en nosotros».

«En mi casa siempre hay gente. Es una casa muy viva. Una casa abierta. El arquitecto es mi padre que siempre decía que cualquier casa tiene que dar la bienvenida a la gente».

Comunidad

La gente ha tomado conciencia. Participa de la comunidad. Una comunidad que reconoce nuestra presencia porque dicen que estamos para acompañarles y para cuidarles. Vivimos juntos los obstáculos y los buenos momentos. Vivimos juntos la vida. Y con mucho orgullo. De no tener esperanza, De no pensar en el próximo día. A estar luchando por tener un futuro de comunidad. Han conseguido mucho en muy poco tiempo. Moncho menciona el hospital. Levantado para responder a las necesidades sanitarias. Y así muchos logros y avances. Queda mucho por hacer. Pero ahora hay un mañana.

«Cuando murió mi padre hubo colas para despedirle. Me decían «hoy hemos perdido a nuestro padre Vicente Ferrer pero en Anantapur todos somos pequeños Vicente Ferrer. No te preocupes. Estamos contigo», recuerda Moncho. Ahora Moncho vuelve para estar con los suyos para seguir creciendo como comunidad.


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