«Tristes pero no decepcionados» . Esa frase de Marcelino García Toral resume perfectamente el sentir de un equipo, una afición y un pueblo. El Athletic Club no pudo revalidar el título. Es casi lo de menos si pensamos en la dificultad del rival y el formato de la Supercopa para el club rojiblanco que encima tuvo un día menos de recuperación. Cuatro finales en un año demuestran que nuestro modelo sigue vivo a pesar de estar en un mundo cada vez más globalizado. El Athletic compite con los mejores y ese es el mensaje con el que debemos quedarnos.
Si profundizamos en la final, el Real Madrid fue mejor aunque el Athletic le supo competir de tú a tú y tuvo sus opciones. En cualquier caso hay que admitir que de los tres partidos jugados en el último mes y medio contra los blancos, el de Riad fue el peor. Tanto en el Bernabeu como en San Mamès el equipo estuvo más cerca de la victoria. Marcelino quiso buscar un partido largo para imponer su físico y no pudo ser. Atacó con menos hombres por temor a las contras del equipo capitalino y restó poder ofensivo en el área contraria. La calidad de los merengues, la prudencia de los zurigorris y las decisiones arbitrales marcaron el partido.
Las manos y el VAR
La final pudo cambiar si Soto Grado hubiera pitado penalti por mano de Alaba ante Iñaki Williams. La mayoría entiende que acertó el trencilla adscrito al comité riojano porque la mano del central austriaco busca apoyo en el suelo y según la norma, eso no se considera penalti. Hay un matiz. La norma señala también que esa exención no sería efectiva si la mano está «alejada del cuerpo hacia un lado o en vertical». Yo sigo viendo la acción del central madridista y me parece que saca la mano en la caída para tocar el balón. No me parece una caída natural en la que busca el apoyo, el equilibrio del que también habla la norma. De todas formas debo admitir que nuestro colegiado de cabecera en La Emoción del Bacalao, Jonatan Castaño, entiende que no es merecedora de sanción.
Marcelino se marchó al vestuario en el descanso protestándole al colegiado de forma airada. Luego, tras el partido, en sala de prensa, optó por no hablar de esa jugada y centrar sus quejas en la mano señalada a Yeray a tiro de Benzema. Entiende el entrenador de Careñes que esa mano no merecía ser decretada con el mayor castigo y más en una final. Fue la sentencia. A mí si me parece una acción punible. Sigo pensando que la de Alaba y Yeray tuvieron que ser señaladas.
Levantarse
Toca pasar página. La Supercopa es historia. La única posibilidad de ganar un título pasa por la competición del KO. Enfrente un Barca mejorado con la llegada de Xavi que ha tenido 4 días más para preparar los octavos de final. Afortunadamente la eliminatoria se decidirá en San Mamés con todos los socios que han querido estar, presentes en la grada pese a la restricción de aforo por Covid. Pitará el malagueño Melero López.