Viñedos y viñetas se dan la mano en Txakomic para demostrar que el txakoli de Bizkaia marida muy bien con el cómic. Estos son días de muchas propuestas turísticas, con la celebración de FITUR, un escaparate para mostrarse al mundo. La directora de Museo del Txakoli-Txakolingunea, Aixa Gaztelu, y Ion Gorka Elgezabal, presidente de la ADR Jata-Ondo, presentaron en la Feria Internacional del Turismo FITUR el novedoso proyecto que fusiona por primera vez el txakoli de Bizkaia y el cómic. Una mezcla que hará las delicias de los aficionados. Un buen txakoli y un buen cómic, poco más se puede pedir.
El proyecto nació de la colaboración entre el Museo del Txakoli-Txakolingunea, gestionado por la Diputación, la Asociación Mendibile Jauregia, el Consejo Regulador Bizkaiko Txakolina y la Asociación de Desarrollo Rural de Uribe, Jata-Ondo. La inspiración del proyecto es Komikia, una muestra que se celebró en el Txakoligunea de Bakio. El proyecto comenzó en 2021 para intentar maridar el txakoli de una forma diferente, no con comida sino con historietas. Para mostrar esta original combinación, ofrecerán este fin de semana en FITUR catas ilustradas. Y esto no se va a a quedar ahí. Txakolingunea y Mendibile Jauregia volverán a ser el escenario de las diferentes actividades como talleres infantiles, catas y diversas actividades vinculadas con el txakoli y el cómic. Será los días 15 y 16 de abril en el Museo del Txakoli-Txakolingunea de Bakio y los días 22 y 23 de abril en Mendibe Jauregia de Leioa.
Historietas para beber
Quizá no sean demasiadas las obras que desde el cómic se acercan al mundo del vino. Pero, aún así, las hay, algunas muy interesantes. Una buena propuesta para maridar bebida y lectura es «Vinómics´. Relatos gráficos con sabor a buen vino», una obra coordinada por Raúl Deamo en la que firmas tan conocidas como la de Albert Monteys nos traen historietas sobre esta bebida. También resulta muy recomendable «Los ignorantes», del Étienne Davodeau. En Francia el vino es cosa seria pero el autor es uno de esos franceses que no sabe demasiado de la materia. Y ese es el punto de arranque de esta fantástica historia. Para poner fin a su ignorancia, se junta con Richard Leroy, un viticultor que lo sabe todo del vino… pero no tiene ni idea de cómics. Así, juntos se asoman al mundo del otro y tratan de aprender dos artes que requieren de mucho tiempo y pasión.
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