Los que pensaban que el escándalo arbitral que afecta al F.C Barcelona iba a desaparecer por arte de magia ya pueden ir olvidándose. La nueva Ley del Deporte implica que no pueda haber repercusiones a nivel deportivo en España porque ha prescrito, pero no en Europa.
UEFA y FIFA parece que aún pueden tomar cartas en el asunto. Esperemos que no se den mus porque más allá del trabajo de la Fiscalía, debería darse una sanción deportiva como en su día le pasó a la Juventus. No confío en una sanción tan ejemplar porque el Barca parece que siempre cae de pie de todas sus polémicas. Y son ya unas cuantas, pero en algún lugar habrá que colocar la raya roja.
Las pocas explicaciones que ha dado el Barca, sin negarlo, no convencen a nadie. No somos tan tontos para pensar que esa brutalidad de dinero se paga únicamente para decirte si tal o cual colegiado es muy hablador o saca muchas tarjetas. Por favor. Canta más que fuera el vice presidente del Comité Técnico de Árbitros y que su contrato con la escuadra azulgrana concluyera cuando le echaron del cargo. Mucha casualidad.
Tomar postura
El resto de Clubes de LaLiga debería tomar postura. No pueden esconder la cabeza como el avestruz y esperar que pase la tormenta. Hay que ser valientes. Sevilla y Espanyol ya han dado un paso al frente exigiendo explicaciones y responsabilidades por el caso Negreira. Aquí llama la atención que el Real Madrid, en teoría el más perjudicado, no quiere pisar ese charco. Curioso.
El Athletic, que ha sufrido un millón de injusticias arbitrales contra el Barca, especialmente en el Camp Nou, haría bien en luchar por la limpieza de la competición. Es el momento de dar un paso al frente. Ni Tebas ni Rubiales parece que vayan a implicarse demasiado en el asunto y son los equipos los que deben reclamar justicia. Por el bien de todos.
Lo mejor sería una respuesta unánime de todos los que integran la primera y segunda división, pero como parece que eso es imposible, Ibaigane debe dejar clara su postura. No hay que ponerse de perfil. Hay que señalar al presunto tramposo y que no se vaya de rositas.