Una nueva revisión, publicada en la revista ‘CMAJ’ (Canadian Medical Association Journal) pretende ayudar a los médicos de Atención Primaria a abordar esta afección cada vez más frecuente, aunque infradetectada, en los adolescentes.
La prevalencia de la depresión en adolescentes aumenta con la edad y está relacionada con una peor salud física y mental en la edad adulta. Las estimaciones previas a la pandemia eran que la depresión afectaba al 13%-15% de los adolescentes, pero un estudio reciente descubrió que aproximadamente 1 de cada 4 jóvenes tenía síntomas de depresión durante la pandemia.
«Aunque en más del 40% de las personas aparece antes de la edad adulta, la depresión sigue sin detectarse en muchos adolescentes canadienses, y la mayoría no recibe tratamiento -escribe la doctora Daphne Korczak, psiquiatra del Hospital para Niños Enfermos (SickKids) y de la Universidad de Toronto (Canadá), junto con otros coautores-. Los clínicos informan sistemáticamente de una falta de confianza en su capacidad para atender a los adolescentes con depresión».
El estudio
La revisión se basa en las últimas pruebas y directrices de práctica clínica de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda. Según el documento, para el diagnóstico la irritabilidad y el estado de ánimo triste o deprimido, la fatiga, los trastornos del sueño, la disminución del disfrute de las actividades y la dificultad para concentrarse en los adolescentes pueden indicar depresión.
Respecto al cribado indica que, aunque se necesita más investigación sobre el cribado universal de la depresión en adolescentes en atención primaria, puede ser apropiado en algunos casos. Los médicos deben utilizar una herramienta de cribado validada y reconocer que el cribado no sustituye a una evaluación diagnóstica, recomiendan.
¿Cómo se trata?
Respecto al tratamiento consideran necesario «un enfoque multifacético que puede incluir el tratamiento de las conductas saludables, la psicoterapia y la medicación, así como el tratamiento de los factores estresantes subyacentes».
Más del 60% de los adolescentes con trastorno depresivo mayor (TDM) también padecen al menos otro trastorno mental, como ansiedad, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y trastornos del aprendizaje. Esto puede dificultar el diagnóstico y el tratamiento de la depresión, ya que algunos síntomas se solapan y los trastornos físicos pueden imitar los síntomas de la depresión, advierten.
«La depresión es una afección cada vez más frecuente pero tratable entre los adolescentes. Los médicos de atención primaria y los pediatras están bien posicionados para apoyar la evaluación y el tratamiento de primera línea de la depresión en este grupo, ayudando a los pacientes a recuperar su salud y funcionalidad», escriben los autores.
Afirman que se necesitan investigaciones futuras para abordar cuestiones sin respuesta, como los efectos de la pandemia de COVID-19 en la depresión, si el cribado universal mejora los resultados y cuál es la mejor manera de personalizar el tratamiento de la depresión para optimizar su eficacia.