¿Quieres una encimera de cuarzo en tu cocina? Te explicamos por qué no es una buena idea

Un equipo de médicos ha publicado un artículo prohibiendo la piedra artificial en encimeras para prevenir la enfermedad pulmonar que provoca
¿Quieres una encimera de cuarzo en tu cocina? Te explicamos por qué no es una buena idea
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Un equipo de médicos ha publicado un artículo en la revista ‘Thorax’ instando a prohibir la piedra artificial en encimeras de cocina para prevenir la enfermedad pulmonar incurable que provoca su fabricación y colocación, tras tratar los ocho primeros casos de silicosis por piedra artificial registrados en Reino Unido.

La silicosis se produce por la inhalación de polvo de sílice cristalina, y millones de personas de todo el mundo corren el riesgo de desarrollarla como consecuencia de su trabajo en la minería, las canteras, la cantería y la construcción, señalan.

Fabricada a partir de rocas trituradas unidas con resinas y pigmentos, la piedra artificial, también conocida como piedra artificial o reconstituida, o cuarzo, ha aumentado su popularidad en los últimos 20 años, sobre todo para su uso en encimeras de cocina, explican.

Este material tiene atractivo estético, es más fácil de trabajar porque no tiene imperfecciones naturales y es más resistente a los daños que la piedra natural, pero su creciente popularidad ha ido acompañada de la aparición de una forma grave y rápidamente progresiva de silicosis (silicosis de la piedra artificial), provocada en gran medida por su alto contenido en sílice (más del 90%), en comparación con el mármol (3%) y el granito (30%), y por el fino polvo que genera al cortarla, detallan.

Cuando se preparan las encimeras para su instalación, a menudo también se cortan y pulen «en seco» con una amoladora angular u otras herramientas manuales sin utilizar agua para suprimir la generación de polvo, lo que aumenta aún más el volumen de polvo fino, explican los autores.

Desde 2010 se han notificado casos de silicosis por piedra artificial en Israel, España, Italia, Estados Unidos, China, Australia y Bélgica. Pero aunque la piedra artificial se ha utilizado en el Reino Unido durante un periodo similar, no se había notificado ningún caso hasta mediados de 2023, cuando ocho hombres fueron remitidos a una clínica especializada en enfermedades pulmonares ocupacionales. Su edad media era de 34 años, pero oscilaba entre los 27 y los 56 en el momento del diagnóstico. Seis habían nacido fuera del Reino Unido y siete fumaban o solían fumar.

Su exposición media acumulada al polvo de piedra era de 12,5 años, pero oscilaba entre 4 y 40 años. Cuatro de ellos habían estado expuestos al polvo de piedra entre 4 y 8 años y estimaban que entre el 50 y el cien por cien de los materiales que habían utilizado eran piedra artificial con, en algunos casos, granito adicional, mármol y otras piedras «naturales».

Dos fueron evaluados para un trasplante de pulmón; tres fueron evaluados para una enfermedad autoinmune. Dos recibían tratamiento por infección pulmonar oportunista causada por micobacterias no tuberculosas. Todos ellos trabajaban para pequeñas empresas con menos de 10 empleados. Aunque ninguno trabajaba en la fabricación o instalación de encimeras, todos llevaban a cabo el proceso de «acabado», concretamente el corte y pulido de las encimeras antes de su instalación.

«Es probable que la aparición de la enfermedad esté relacionada con los niveles de exposición, lo que sugiere que los niveles, al menos en algunos de los casos del Reino Unido, eran extremadamente altos e implican que los empresarios no controlaron la exposición al polvo ni cumplieron las normas de salud y seguridad», señalan los autores.

Asimismo, en una publicación de ‘Occupational & Environmental Medicine’, diferentes investigadores instan a Reino Unido y la Unión Europea a seguir el ejemplo de Australia y prohibir el uso de este material para encimeras.

Aunque otras alternativas, como el mármol y el granito, también generan polvo fino de sílice cristalina cuando se producen y utilizan, tienen un contenido mucho menor de sílice cristalina y probablemente están mejor reguladas, por lo que no se han asociado a un mayor riesgo de silicosis, dicen los autores.

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