Seis años y medio después volvíamos a San Mamés para vivir otra noche europea especial, porque todos los partidos, especialmente en esta competición, hay que tomárselos así porque nunca se sabe cuando se va a repetir.
Tras comprobar que el día y la noche transcurrieron sin incidentes, al menos en Bilbao, los aficionados pudieron dedicarse a disfrutar de un partido vibrante en el que los leones fueron mejores y merecieron ganar, pero respetando a un rival que nunca le perdió la cara al partido y contó con sus opciones.
Aura distinta
Los más de 46000 que accedieron al estadio se volcaron con el equipo. Europa y la Copa transmiten otro ambiente en La Catedral, se vive un aura distinto. La gente entra más predispuesta a cantar, animar y no solo cuando engancha el equipo, sino cuando este más lo necesita.
La Iñigo Cabacas Herri Harmaila, sin la presencia de sus desfasados profetas violentos, jaleó sin descanso a su equipo y fue la chispa que hizo prender al resto del estadio. Es la Magia de Europa, solo comparable a las grandes noches coperas.
El Athletic se queda con cuatro puntos de seis posibles y presenta su candidatura a las ocho primeras plazas que te libran de una ronda eliminatoria. En cualquier caso, con San Mamés como fortín no hay miedo a tener que superar una ronda más para alcanzar los octavos. Los jugadores tienen la final de Bilbao marcada a fuego y eso se nota. Luego saldrá el sol por donde Antequera.