

Enrique Bunbury se convirtió una vez más en el centro de la polémica este fin de semana tras interrumpir su concierto en el Coliseo General Rumiñahui de Quito para reprender públicamente a los espectadores que, según denunció el propio artista, llevaban “todo el puto concierto grabando” con el teléfono móvil desde la primera fila.
El incidente ocurrió durante su actuación del sábado dentro de la gira “Tour 2025 – Huracán Ambulante”, cuando Bunbury detuvo la interpretación de una de sus canciones visiblemente incómodo. “No sé si se dan cuenta, pero hay canciones que necesitan una concentración especial. Y tener a una persona grabando toda la canción, y toda la actuación, desconcentra, incomoda y hace que el concierto sea peor”, afirmó el cantante, provocando una ovación por parte de gran parte del público presente.
El artista, que ya ha mostrado en otras ocasiones su oposición al uso abusivo del móvil durante sus actuaciones, añadió: “Esto no es un plató de televisión. Esto es un concierto. Vívelo. Disfrútalo. Deja de grabar. No es para ti, es para todos”.
Reacciones encontradas
Las redes sociales se llenaron de comentarios al respecto, con posturas enfrentadas. Muchos aplaudieron la actitud del músico, defendiendo el derecho de los artistas a preservar la atmósfera de sus conciertos. Otros, sin embargo, consideraron su intervención desproporcionada, señalando que el público tiene derecho a grabar pequeños fragmentos como recuerdo.
No es la primera vez que Bunbury protagoniza un momento similar. Hace apenas unas semanas, durante una actuación en México, llegó incluso a arrebatar el teléfono a un fan que no dejaba de grabar desde las primeras filas.
El debate está servido
El gesto del artista reabre el eterno debate sobre el uso de móviles en los conciertos. ¿Hasta qué punto es legítimo grabar? ¿Deben los artistas imponer límites? ¿Se pierde la esencia del directo entre pantallas?
Mientras tanto, la gira de Bunbury continúa su recorrido por América Latina, y el propio artista ha dejado claro que seguirá defendiendo su forma de entender el espectáculo: como un espacio compartido de conexión real entre el escenario y el público.