La tradición vasca que inspiró al Halloween moderno tiene su propio nombre: Gau Beltza, la Noche Negra
Antes de que las calabazas talladas y los disfraces importados de Estados Unidos inundaran nuestras calles, en los pueblos de Euskadi ya se celebraba una noche de miedo y misterio. Era la víspera de Todos los Santos, cuando las almas de los antepasados regresaban a casa y los vivos encendían luces y hogueras para guiarles en la oscuridad.
En algunos caseríos se vaciaban nabos o calabazas y se colocaban velas dentro para ahuyentar a los malos espíritus, una costumbre que siglos después daría lugar al Jack-o’-Lantern anglosajón. En Bizkaia, por ejemplo, se contaban historias de Lamiak, Galtzagorris y Basajaunes que salían esa noche para confundir a los caminantes. En Gipuzkoa o Navarra, los niños iban de casa en casa pidiendo comida o castañas a cambio de cantos o bendiciones para los difuntos.
Hoy, Gau Beltza ha recuperado fuerza. En municipios como Bermeo, Leioa o Mungia, los vecinos se disfrazan, decoran las calles y reivindican la versión vasca del miedo, una mezcla entre respeto por los muertos y ganas de celebrar la vida.
🔥 Tradiciones que perviven
La Gau Beltza no es la única fiesta del miedo que ha sobrevivido en la península. En Galicia, la Samaín recuerda también a los antepasados con calaveras y conjuros. En Soria, las Ánimas recorren las calles con cánticos, y en Cádiz las Fiestas de los Tosantos llenan los mercados de muñecos hechos con verduras y frutas para burlarse de los vivos.
Son todas ellas herederas de una misma idea ancestral: la frontera entre el mundo de los muertos y el de los vivos se abre durante una noche. El resto depende de nuestra imaginación… y de si somos capaces de enfrentarnos al miedo.
🕯️ ¿Te atreves con nuestro acertijo de Gau Beltza?
Dicen que aparece solo cuando cae la noche,
vive entre el humo y el rumor del viento.
No tiene cuerpo, pero puede abrazarte,
y si te mira, recordarás a los que ya se fueron.
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