La ordenación presbiteral de Abdón Rodríguez Hervás ha tenido lugar en una emotiva celebración en la iglesia de Santa María de Güeñes el sábado 2o de septiembre. La misa, presidida por el obispo de Bilbao, Joseba Segura, ha marcado el inicio de un nuevo camino ministerial para Rodríguez, quien fue monje cisterciense durante años. Con la ordenación presbiteral de Abdón Rodríguez Hervás en Bizkaia hay 222 curas. Abdón Rodríguez, nuevo cura en Bizkaia.
Celebración en la iglesia de Santa María de Güeñes
En un gesto significativo, la ordenación no se ha celebrado en la catedral, como es habitual, sino en la localidad de Güeñes, cercano a las comunidades a las que Abdón ha servido en los últimos meses y con las que ha querido compartir un día tan especial. Le han acompañado en la celebración miembros de las comunidades, familiares y amigos, algunos provenientes de su Andalucía natal.
Abdón comenta que «fue una celebración muy hermosa, muy fluida, una homilía de nuestro obispo que me llegó mucho al corazón y muy contento».
«Después de un largo corrido en la vida monástica y unas experiencias pastorales tanto en el Santuario de Urkiola como en la Unidad Pastoral de Mendiarte se produjo la ordenación. En la zona donde voy a ir destinado, Vicaría II, Encartaciones, espero acompañar, caminar con las comunidades, sobre todo con las personas mayores, personas que viven aisladas en el mundo rural y jóvenes que están muy desconectados de movimientos. Muy distinto a la población urbana donde hay muchas alternativas y asociaciones juveniles. Creo que en el mundo rural y concretamente en el Valle de Karrantza, que es muy disperso, hay mucho por hacer. Hay tres sacerdotes y un diácono permanente».
Trayectoria personal
Abdón recuerda que «he sido monje cisterciense durante 19 años y tuve la oportunidad de venir a la Colegiata de Zenarruza, que es un monasterio cisterciense, una comunidad fundada por la abadía de la Oliva, igual que mi comunidad de Santa María de las Escalonias en Córdoba. Hubo un momento de esta comunidad que hacía falta reforzar porque había poco personal y había había varios hermanos enfermos. Y el que fue prior en ese momento, Isaac Totorika, me propuso y me animó para venir a incorporarme a esta comunidad. Estuve tres años, en los cuales desarrollé múltiples servicios y funciones y uno de ellos fue la de hospedero».
«Eso me permitió conocer a muchas personas de la Iglesia de nuestra diócesis de Bilbao bien por los retiros que hacían seminaristas, diáconos, sacerdotes o bien a nivel individual o movimiento cristiano. Fueron tres años que me adapté muy bien, fui muy feliz».
Movimientos
Abdón señala que «tras la muerte de Isaac Totorika se produjo un movimiento en nuestras comunidades y la comunidad de Córdoba tras una elección prioral me eligió como prior y tuve que regresar a Córdoba. Siempre desde la obediencia pero francamente en ese momento no era algo que me apetecía, yo me sentía muy a gusto aquí en Bizkaia. Al cabo de los años dejé la vida monástica a través de un permiso donde estuve en una ermita haciendo vida eremítica. Haciendo también un servicio de apoyo a un enfermo. Fue entonces cuando recibí una llamada de Gonzalo Eguía, diácono permanente de la diócesis, que me conocía mucho y me animo a regresar a Bizkaia. Sabía que yo me había adaptado muy bien, que era muy feliz aquí. Y finalmente me animé, me puse en contacto con el secretario de nuestro obispo y pude tener ese encuentro con don Joseba que fue un momento muy importante para recibirme, escucharme y acogerme en esta diócesis».
Discernimiento
Abdón comenta que «estuve un año primeramente en el Santuario de Urkiola. Luego continúe para adquirir experiencia en el mundo pastoral que era algo para mí desconocido como monje. Esta última experiencia es la más determinante para mí. Me confirmó en muchas cosas, en el gozo del servicio, en la celebraciones, en los acompañamientos».
«He tenido momentos de dudas, de resistencias y de oscuridad pero siempre me he sentido «sostenido y consolado». Las comunidades cristianas te refuerzan, te apoyan, te acogen con mucho cariño y para mí ha sido y sigue siendo muy gratificante».
«En esta tarea como diácono este último año, apoyando en las celebraciones y demás, siempre sentía que me faltaba algo más. Iba sintiendo esa carencia mía de completar y ofrecer todo el sacramento. Hablando día a día con Manu de las Fuentes fuimos poco a poco confirmando esta opción».
«Llamaría a todas las personas, vivan en el marco que vivan, a comenzar el día con un momento de silencio, de recogimiento, de unificación para comenzar el día centrados en ese amor que nos rodea y que nos penetra que es el amor misericordioso de Dios. Es muy importante salir a la calle con esa confianza y terminar el día dando gracias por todo lo que nos ha acontecido, todo lo que hemos recibido porque normalmente con nuestra dinámica de vida y nuestros mecanismos no somos conscientes ni de una cosa ni de otra, ni de comenzar ni de terminar el día con Dios. Y creo que con un breve espacio de tiempo de silencio y de soledad puede vivir una persona mucho más unificada y armónicamente su vida».
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