Entre el 28 de abril y el 1 de mayo ha tenido lugar un campo de trabajo en el Centro Penitenciario Bizkaia, dirigido a personas de edades comprendidas entre los 24 y los 60 años. Pastoral Penitenciaria ha promovido esta nueva edición de esta experiencia «de encuentro con Dios en el mundo de la exclusión» en el centro penitenciario. «Allí donde los excluidos, a los que nadie quiere, tienen rostro», afirma Jorge Muriel, Responsable de Comunicación de la Asociación Bidesari. Asociación Bidesari: Campo de Trabajo de adultos en el Centro Penitenciario Bizkaia.
Experiencia
Susana Edeso, es una de estas ocho participantes en el campo de trabajo. Es miembro de la UP de Las Arenas-Romo. Susana explica que «me informé de estos campos de trabajo con Bidesari de Pastoral Penitenciaria pero con la mente en blanco sin conocer nada de a cárcel. No tenía ni pensamiento de tener esta experiencia».
«Entrábamos en la cárcel por la mañana. El primer día noté el olor de la entrada, un olor de desinfectante, pero al segundo día ya pensaba si iba a ver a las personas del día anterior. En dos grupos hacíamos una serie de actividades. Lo primero que hice fue jugar con ellos al dominó que hacía años que no jugaba. También se jugaba al ajedrez, al parchís y al ping-pong.
«Después salíamos de la cárcel, nos tomábamos algo y nos íbamos a comer».
«Por la tarde llegaba el momento espiritual en el que se reflexionaba bastante sobre lo que ibas viendo aplicado a la vida que lleva cada uno de nosotros. Dejar que entre Dios en tu vida e ir descubriendo lo que pasaba por la mañana y lo que está pasando en tu vida. Viendo vidas que jamás tu creías que ibas a conocer».
«Yo siempre llevo a Dios conmigo pero allí está presente en cualquier sitio de la cárcel. Es más fácil encontrarle ahí que en cualquier otro lado. Un ejemplo, el último día en la misa. Un chico nos contó una experiencia brutal, parte de su vida. Relató un hecho de su vida. Hay muchas formas de encontrar a Dios en la cárcel. Pero a veces se nos olvida pedir permiso. Estamos entrando en su casa. Es un saludo cercano».
Susana comenta que «me llevo muchas cosas. El aprender a valorar lo que se tiene, a saber aprovecharlo. A no pretender más de lo debido, sin ambicionar más. También la esperanza de ellos hacia un futuro».
Segundas oportunidades
Jorge recuerda que «la Asociación Bidesari de Pastoral Penitenciaria promueve las segundas oportunidades. Que el futuro está bien, mejor que el ahora. Todos tenemos piedras en el camino pero en general vivimos bien, tenemos una familia, un hogar, un trabajo, gente que nos quiere, tenemos comida en el plato, tenemos amigos que nos dedican un tiempo… En la cárcel hay personas privadas de libertad que no tienen nada».
Susana señala que «de las conversaciones con ellos te cuentan un poco de su historia personal. He sacado en claro que hay muchos que por un segundo de su vida les ha cambiado radical. Una decisión mala tomada en un momento malo. Hay desde los peores delitos que se pueden cometer hasta el más tonto que es conducir sin tener carnet. Y están todos en el mismo sitio, compartiendo mesa, compartiendo patio. La Ley dice que hay que cumplir. Pero todos los que están ahí dentro tienen su segunda oportunidad. Hay que dársela».
«No es difícil escuchar en la cárcel. Es dedicar un tiempo de paciencia sin invadir su persona. Esperanza es la palabra que define este campo de trabajo. Añado otra, fe. Sin fe no me habría metido ahí dentro», concluye Susana.
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