Esta semana hemos echado la vista atrás para recordar lo que ocurrió el 19 de noviembre de 2002. Ese día el buque petrolero Prestige, con 77.000 toneladas de crudo de petróleo, se partió en dos y se hundió frente a las costas de Galicia después de seis días de resquebrajamiento. Una tormenta había provocado una vía de agua el 13 de noviembre. Y un verdadero periplo de malas decisiones e incompetencia política agravó el desastre.
En la costa vizcaína el impacto del Prestige no llegó por sorpresa. Como nos ha explicado el activista medioambiental de Ekortuak de Bakio, Gorka Lopategi, sabían que la marea negra llegaría. Desde que el barco dio su primera voz de alarma ante la costa gallega, «le tuvieron una semana dando vueltas por la costa», apunta Lopategi. El ecologista cree que hasta una niña de cinco años podría pensar que llevando el barco a la costa se podría contener la catástrofe y apunta a los políticos mediocres por no hacerlo, aumentando las dimensiones de la catástrofe ambiental. Durante días recogieron aves bañadas en chapapote, la mayoría ya muertas. Las que sobrevivieron fueron llevadas al centro de recuperación de Gorliz. Incluso se llegó a hablar de bombardear el barco para intentar acabar con el fuel: «Esas decisiones imbéciles fueron las que se tomaron entonces». Para el ecologista de Bakio, «a veces la gente pensamos en los ministros como gente capaz, y todos los días vemos que la clase política no es así.»
El txapapote
Para Lopategi, los errores ambientales son una constante: «Incluso por aquí cerquita.» Cree que ocurre lo mismo con el empeño de construir un museo Guggenheim en la zona protegida de Urdaibai, una idea que considera impensable. «No creo que la mitad de la población siquiera conozca el Museo de Bellas Artes, que es mucho más interesante».
Cuando vieron llegar el txapapote, intentaron salir a ver qué hacer. Las rocas estaban manchadas de negro, con muchos pegotas, y pudieron recoger casi 2000 aves, la mayoría muertas: «Era una sensación de tristeza, de desolación y de impotencia». Están convencidos de que el desastre se podía haber controlado mejor con mayor responsabilidad.
Para Manoel Santos de Greenpeace, muchos de los errores que se cometieron entonces se pueden repetir: «Mientras persistamos adictos a los combustibles fósiles, el Prestige puede repetirse», asegura Manoel. Toneladas de estos combustibles siguen viajando por nuestros mares.
Prestige: memoria de un desastre
Parte de todo aquello ha quedado reflejado, como nos ha explicado Manoel Santos, de Greenpeace en Galicia, en el documental Prestige, memoria de un desastre, donde explican que la respuesta de la sociedad civil ante lo sucedido, siempre por delante de los gobiernos, convirtió una catástrofe ecológica gigantesca en el mayor acto de amor colectivo en defensa de la naturaleza que se recuerda. El documental es un homenaje a todas las personas voluntarias y gentes del mar.
El mazazo ambiental, social y económico fue duro, y la pésima gestión política de aquellos días agravó el malestar hasta generar uno de los movimientos socioambientales más contundentes que se recuerdan: una marea ciudadana despertó y anegó las calles de Galicia y todo el estado con un grito: ¡NUNCA MÁIS!
Como explica Greenpeace estos días, «el derramamiento del petróleo del Prestige emponzoñó las costas de Galicia, gran parte del Cantábrico e incluso zonas de Francia. Una palabra ennegreció para siempre los recuerdos de millones de personas: chapapote.» Al final, unas 65.000 toneladas de aquella pasta negra se vertieron al mar en el peor desastre ambiental de estas características en España.
El chapapote se pegaba a las rocas, a las playas, al lecho marino, a la fauna… Pero también a los guantes y a los monos de miles de personas voluntarias que acudieron en masa para ayudar como pudieron en las tareas de limpieza.
El mazazo ambiental, social y económico fue duro, y la pésima gestión política de aquellos días agravó el malestar hasta generar uno de los movimientos socioambientales más contundentes que se recuerdan: una marea ciudadana despertó y anegó las calles de Galicia y toda España con un grito: ¡NUNCA MÁIS!
Impacto ambiental del Prestige
Como cuenta en su web Greenpeace, «la marea negra del Prestige es el mayor desastre ecológico acaecido en nuestras costas, debido, entre otras cuestiones, a que afectó a la práctica totalidad del litoral norte. El fuel del Prestige fue a parar a uno de los tramos de costa más ricos, diversos y productivos del Atlántico nordeste. El valor ambiental de la costa gallega, por los bienes y servicios que provee, y económico, porque de su buen estado ambiental dependen directamente muchas familias, es muy elevado.
El tipo de fuel del vertido (fuel nº6) se caracteriza por su baja o casi nula evaporación y disolución, tendencia a emulsionar y degradación lenta, lo que hace que su impacto sea especialmente severo en zonas intermareales.
Se ha observado que las condiciones hidrodinámicas de las zonas afectadas contribuyeron a la percolación del fuel en sedimentos de grano grueso y a su enterramiento en sedimentos de arena. Estas mismas condiciones hidrodinámicas pueden ser la causa de la aparición de fuel hasta 9 años después al movilizar el fuel secuestrado.
Falta de evaluación
Lo más destacable es la falta de una evaluación del impacto ambiental a corto, medio y largo plazo que caracterice, evalúe y cuantifique todos los impactos de la marea negra del Prestige.»
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Un comentario en “Cuando el txapapote llegó aquí: «Parecía imposible de recoger, cada roca estaba manchada con pegotes»”
Gastarse 27millones de euros para cambiar la iluminación en las carreteras de Bizkaia y volver a llenar los bolsillos de sus amigos del txoko o del batzoki de turno es un acto impúdico y poco católico.
Bilbao y Barakaldo son las dos ciudades europeas con mayor contaminación lumínica de Europa debida a la excesiva iluminación actual.
Los políticos mediocres del PNV siguen la estela del alcalde más tonto de la península (el alcalde de Vigo), en plena alarma climática derrochando energia a lo bestia x iluminando un árbol de Navidad el 21 de noviembre.
Vivimos en la Era de los idiotas
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