Mañana, 8 de febrero, se publica en el BOE el fin de la obligatoriedad de las mascarillas en transporte público. Los ciudadanos han convivido con este complemento hospitalario durante casi tres años. Y han sido muchas las anécdotas relacionadas con el uso de una prenda hasta entonces sólo utilizada por el personal sanitario. Al principio de la pandemia y por la escasez de material, tuvimos que hacer cursillos acelerados de corte y confección para elaborar mascarillas «caseras». Después llegó el turno de la entrada con la boca tapada a comercios y a los medios de transporte. Los olvidos de mascarillas, los préstamos a pie de andén y por último, la desobediencia por la fatiga pandémica han terminado con este decreto que hoy firma el Consejo de Ministros con el respaldo de las Comunidades Autónomas.
Excepciones a la norma
Las mascarillas seguirán siendo obligatorias en los centros sanitarios, como hospitales y centros de salud. O bien en los centros sociosanitarios, como en las farmacias, ópticas o clínicas dentales. Además, también será necesaria en las residencias de mayores.
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