Tres segundos. Ese fue el castigo para Hondarribi tras su salida nula del pasado domingo en la primera jornada de la Bandera de la Concha. Un contratiempo evidente para la trainera verde, más aún en una cita de este calibre y siendo como es una de las grandes favoritas para el triunfo final, que en su caso supondría la cuarta bandera donostiarra de manera consecutiva. Pero ese primer domingo nos dejó un hecho que marcó el inicio de las hostilidades deportivas en el agua, aunque en realidad lo que provocó fue que éstas se retrasaran. Y con la Ama Guadalupekoa como protagonista.
Nos encontrábamos a punto de arrancar la 126ª edición de la cita arraunlari por excelencia y en el primer lote tenía turno la cuadrilla que dirige Mikel Orbañanos. Desde su calle, la cuatro, Ioseba Amunarriz divisaba a estribor a sus tres rivales de tanda, en momentos de indudable tensión para todos. El veterano patrón soltó la estacha antes de tiempo, cuestión que también señala a sus compañeros de boga. La imagen no dejaba lugar a las dudas, y las sucesivas repeticiones no hicieron más que confirmar lo que el ojo ya había detectado sin necesidad de apoyo tecnológico: la salida nula de la embarcación guipuzcoana, lo que a su vez conllevaba un castigo de tres segundos. Algo que convendremos que es de todo menos una ayuda. Definitivamente, lo de ponerse piedras en la mochila propia no suele ser una buena idea.
Un precio demasiado alto
Sin embargo, no todos ven e interpretan dicha acción de la misma manera. Es el caso de Iker Zabala. El entrenador de Santurtzi ha pasado por el Oye cómo va y ha expuesto su punto de vista de «la jugada». Y bien podríamos decir que la considera literalmente así. Y es que, en opinión del preparador bermeotarra, lo que a juicio del común de los mortales fue un error (grosero, por la calidad de la cuadrilla y por la cita «elegida» para cometerlo, pero error a fin de cuentas), bien podría ser en el fondo un caso que debería tratarse de otro modo, tras verse además como claro perjudicado de lo que ahora mismo no sabemos ya muy bien si calificar de error o triquiñuela.
«Ellos sabrán si provocaron la salida nula o no», desliza el tutor de los santurtziarras. «Yo tengo mi opinión, pero está visto que cuanto más transparente es uno, más problemas sufre. Si lo hicieron adrede pagaron ese peaje, que no sé si les benefició o no. Lo que sí sé es que a nosotros nos perjudicó y retrasó nuestra regata casi quince minutos». El guante para el duelo estaba ya lanzado. Y, una vez metido en gastos, el entrenador morado consideró que era también un momento oportuno para revisar su memoria y detenerse en otro misterioso asunto acaecido ese mismo día. El GPS de Orio sufrió un revés técnico que, obviamente, tampoco ayudó al normal desarrollo del evento. «Llevaban una hora calentando en el agua y ¿justo antes de la regata se dieron cuenta?».
Sin embargo, el propio cariz que iban tomando los acontecimientos aconsejó relajar la doble embestida: «no voy a acusar a nadie porque no tengo pruebas», concedía un Zabala centrado, desde que se cerró el primer capítulo en aguas donostiarras, en la puesta a punto de la Sotera para una regata que podría suponer la cuarta «Olimpiada del remo» para la entidad vizcaína, 36 años después de la última. Descansan en el club las logradas en 1977, 1979 y 1985. Y es el propio Iker quien, fiel a su estilo de mirar siempre al frente e ir al ataque, busca el todavía más de los suyos y de todos los que, desde dentro y desde fuera, forman Itsasoko Ama.
A por el triunfo
«Si no lo provocamos, otro club se lo llevará; en ese caso, felicitaremos al campeón y otro año será. Pero de puertas hacia dentro estamos convencidos de lograrlo; a ver si hacia fuera también y lo logramos. Aquí hay un gran trabajo de todos, no hay casualidades ni milagros: con burros no haces caballos. Nos ponen la vitola de favoritos y es buena señal, pero también es algo que levanta envidias y celos. No debemos dejar resquicios ni ventanas abiertas, y cuando lleguemos a meta miraremos la calculadora», añadía el responsable técnico de la trainera vizcaína, confiado en ejecutar con éxito la misión.
La distancia que les separa de Hondarribi es de prácticamente una ola, 1″74. Y respecto a Zierbena, terceros tras el capítulo inaugural, los morados manejan 2″22, que viene a ser otro suspiro. Como bien vemos, la multa aplicada no evitó el triunfo verde, cimentado sobre todo en el segundo largo, tras uno de ida en el que Hondarribi estuvo más tiempo en la calle de Zierbena que en la suya. Orio a 8″50 y los anfitriones de la Donostiarra a 9″10 manejan opciones, sin duda más escasas, pero aún deben pronunciar su última palabra.
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