Son muchos los compositores que a lo largo de la historia han compuesto música para la Misa de difuntos, es decir, Requiems. A capella durante la época del canto Gregoriano, o bien con orquesta, coros y solistas, más adelante, generalmente estos Requiems han mantenido el canon de la iglesia cristiana con números fijos de la liturgia para este tipo de celebraciones: Introito, Kyrie, Dies Irae, Recordare, Dominu Iesu Christie, Sanctus, Agnus Dei y Comunión. No obstante, en el período romántico, los compositores han integrado dentro de estos números de la liturgia sagrada otros, intercalando asimismo el latín con otras lenguas. Compositores agnósticos, como Verdi o Brahms, no dudaron en poner música a una obra con un trasfondo religioso tan marcado y consiguieron integrar en sus requiems la espiritualidad y la sensibilidad necesarias para transmitir el perdón, la esperanza, misericordia, compasión e, incluso, optimismo.
Hoy visitamos los Requiems de Mozart, Verdi, Brahms, Dvorak, Britten, Fauré, Jenkins y Lloyd Weber.
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