«Tenemos que mirar a China de otra manera». Con esta afirmación ha arrancado Rafael Dezcallar su intervención en el programa EgunOn Bizkaia, donde ha sido entrevistado con motivo de la publicación de su nuevo libro El ascenso de China: Una mirada a la otra gran potencia. Diplomático de trayectoria reconocida y exembajador de España en China, Dezcallar ha analizado el crecimiento económico del gigante asiático desde una perspectiva interna y sin estereotipos.
Un modelo híbrido: capitalismo y leninismo
Durante su intervención, ha explicado que el desarrollo chino no puede entenderse sin las reformas impulsadas por Deng Xiaoping: «Entendió que para hacer a China fuerte tenía que hacerla rica». Desde entonces, China combina una economía capitalista con un sistema político leninista, una mezcla difícil de sostener en el tiempo pero que, según Dezcallar, ha funcionado durante cuatro décadas. «Están convencidos de que su sistema funciona mejor que el nuestro. Les ha sacado de la pobreza y ha convertido a China en una gran potencia», ha asegurado.
Desafíos internos: demografía y desigualdad
El diplomático ha advertido también de los riesgos que enfrenta el país, como el desafío demográfico y la creciente desigualdad. «El modelo económico chino se basaba en millones de trabajadores del campo. Ahora ya no los hay, y los salarios bajos están en otros países como Vietnam o Malasia», ha señalado. A ello se suman los efectos de la burbuja inmobiliaria, el endeudamiento de las provincias y un sistema de prestaciones sociales desigual.
Relaciones con Occidente: entre la cooperación y la rivalidad
Sobre la entrada de China en la OMC, ha afirmado que «transformó el mundo». No obstante, ha subrayado que la pérdida de confianza política ha erosionado los beneficios de la globalización. En ese contexto, ha llamado a Europa a trazar un camino propio: «Tenemos que aprovechar mejor el mercado único, apostar por industrias estratégicas y no depender tanto de Estados Unidos en defensa».
Confucianismo y estabilidad política
Preguntado por la posibilidad de una apertura democrática, Dezcallar ha sido claro: «En China nunca ha habido libertades y muy poca gente demanda lo que nunca ha tenido». Ha atribuido parte de la estabilidad del régimen a la filosofía confuciana, que sitúa el interés colectivo por encima del individual. «Eso otorga al partido una herramienta muy poderosa para legitimar su control social», ha afirmado.
¿Será el siglo de China?
En sus palabras finales, el exembajador ha insistido en que Europa debe dejar de ser «un convidado de piedra» en el pulso global y aprender a planificar a largo plazo. «Los chinos lo hacen a 20 o 30 años. Nosotros no podemos seguir pensando solo en ciclos electorales de dos años», ha rematado.
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