Caracas se encuentra en el epicentro de una nueva crisis política que amenaza con desbordar la situación interna del país y tener repercusiones internacionales. A un día de la programada toma de posesión presidencial, tanto el presidente en ejercicio, Nicolás Maduro, como el líder opositor Edmundo González Urrutia, han anunciado su intención de jurar el cargo. Este hecho sin precedentes augura un escenario de incertidumbre y potencial conflicto. Y la tensión se manifiesta también en las calles. La líder opositora María Corina Machado ha convocado una protesta masiva en Caracas, mientras que el chavismo responde con una contramarcha. Ambos eventos se llevarán a cabo simultáneamente, avivando el temor de enfrentamientos entre partidarios de ambos bandos. Edmundo González Urrutia asegura haber ganado las elecciones y se enfrenta al riesgo de ser arrestado al regresar a Venezuela. Durante una gira internacional, ha buscado apoyo de líderes latinoamericanos y norteamericanos, pero su situación sigue siendo crítica. En Venezuela, el aparato estatal y el apoyo de las fuerzas militares siguen firmemente alineados con Nicolás Maduro, lo que reduce considerablemente las posibilidades de un cambio inmediato.
Paralelismos con el pasado
Ernesto Pascual es experto en política internacional y profesor colaborador de los Estudios de derecho y ciencias políticas de la Universitat Oberta de Catalunya. Compara esta situación con la crisis de 2019, cuando Juan Guaidó se proclamó presidente interino con el apoyo de parte de la comunidad internacional. Aunque entonces la oposición estaba más fragmentada, la maquinaria del Estado quedó bajo el control de Maduro. Ahora, aunque la oposición parece estar más unida, la estructura militar y los recursos del país siguen siendo el respaldo clave de Maduro. Mientras, La comunidad internacional está dividida. Algunos países y organismos han condenado los resultados electorales y pedido transparencia. Pero otros, como Rusia y China, continúan respaldando a Maduro. Y consolidan un bloque de aliados clave para el chavismo.
Riesgo de conflicto civil
En un país polarizado, con una población aparentemente dividida en partes iguales entre el chavismo y la oposición, las manifestaciones masivas podrían derivar en enfrentamientos violentos. Pascual señala que un cambio significativo solo sería posible si la oposición lograra movilizar a una mayoría social clara. Algo que, según él, no parece probable por ahora. El analista también plantea que el desenlace podría inclinarse hacia un nuevo fortalecimiento del control de Maduro, especialmente si González Urrutia es arrestado o se intensifican las medidas de represión. Mientras tanto, las sanciones internacionales, aunque severas, no han logrado debilitar significativamente al gobierno, que sigue contando con recursos del petróleo y alianzas estratégicas.
Futuro incierto
La situación actual refleja la complejidad de una dictadura moderna con redes internacionales de apoyo. Pascual argumenta que solo una combinación de presión internacional, un levantamiento popular contundente y un acuerdo negociado podría cambiar el panorama. Sin embargo, la falta de consenso entre los actores internacionales y la posición firme de las fuerzas armadas venezolanas dificultan esta posibilidad. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con cautela. Y España, al igual que otros países europeos, ha manifestado su descontento con los resultados electorales y no enviará representación oficial a la ceremonia de toma de posesión. El desenlace de esta crisis podría redefinir el futuro de Venezuela y tener implicaciones más amplias en la región.
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