Siempre es un placer pasear al lado de los acantilados de La Galea y pasar frente al molino de Aixerrota. Ya sea andando, patinando o en bici, es un lugar para disfrutar del paisaje y encontrar paz. Este molino tiene una historia particular. Y es que en el siglo XVIII, el Señorío de Vizcaya estaba sufriendo una importante sequía. En esa tesitura, se dice que un inglés que buscaba formas de hacer dinero, construyó un molino que no necesitaba agua para funcionar. Una vez todo volvió a la normalidad, el molino perdió utilidad. Aún así, los años han pasado y el molino de Aixerrota se ha convertido en un lugar icónico.
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