El Surne Bilbao Basket llega al primer tercio de la Liga Endesa con un balance positivo. Seis victorias y cinco derrotas tras diputar 11 partidos, octavo clasificado y con la sensación de que aún no ha alcanzado su mejor momento.
Los fríos datos avalan los buenos augurios. Estamos viviendo el cuarto mejor registro de las 18 temporadas en las que los hombres de negro disputan la ACB. Tan sólo en las temporada 7/8, 12/13 y 14/15 el equipo tenía más victorias, ocho concretamente. En otras dos ocasiones los MIB igualaron estas seis victorias en once jornadas y, salvo en la 16/17, en todas ellas disputó la Copa del Rey.
Registros, por lo tanto, positivos. Jaume Ponsarnau ha encajado como un guante en Miribilla. El preparador catalán huye de grandes protagonismos, no hay excesos en su gestualidad en el banquillo y mantiene un discurso didáctico que parece haber calado en la afición bilbaína.
El técnico arrancó con dificultades por la acumulación de lesiones, sobre todo en la dirección, que ha ido sorteando con una propuesta baloncestística basada en una defensa de garantías, sin grandes alardes, pero efectiva. En ataque el equipo aún puede crecer y para ello precisa del paso delante de varios jugadores.
Deberes pendientes
Ahora que se ha recuperado a los 12 `profesionales` del primer equipo Ponsarnau quiere aumentar la carga táctica. Seguramente sea la persona más calmada a la hora de dar tiempo, cariño y exigencia a la suma de todos a la causa. Radicevic parece que ya está, Sulejmanovic avanza a buen ritmo, Withey alterna actuaciones solventes con otras muy blandas y el principal debe se sitúa en Francis Alonso. Las prisas no son buenas consejeras, caminar antes de correr.
No es momento de querer demostrar nada, aprovechar la buena inercia y el tiempo de opulencia para los malos momentos, si es que llegan. Pensar en Copa es lícito porque los números avalan esa opción, pero sobre todo porque acumular victorias en la primera vuelta del campeonato te puede dar la salvación casi virtual.